Ya comentamos antes como Inglaterra y Estados Unidos y otros aliados veían en Prusia al enemigo formidable capaz de mandar sus imperios e imperialismos anglosajones-judíos al caño, bueno aquí traigo un poco de detalles extra sobre el asunto.
Y no, Prusia (Brandenburgo-Prusia) no es la cuna del nazismo quien diga eso es un asno propagandista, el nazismo surge en Munich, Bavaria pero como sus militantes exmilitares y veteranso de guerras pasados fueron formados en la enseñanza prusiana los actuales asnos asumen entonces que el mal era Prusia, pero si analizan encontraran que Prusia por ejemplo tenia la tolerancia religiosa como uno de sus valores. Así que no vengan a cuentear, a Prusia se le borró por el miedo que se le tenía en que borrara otros imperios como el decrépito y anacrónico imperio inglés.
Y no, Prusia (Brandenburgo-Prusia) no es la cuna del nazismo quien diga eso es un asno propagandista, el nazismo surge en Munich, Bavaria pero como sus militantes exmilitares y veteranso de guerras pasados fueron formados en la enseñanza prusiana los actuales asnos asumen entonces que el mal era Prusia, pero si analizan encontraran que Prusia por ejemplo tenia la tolerancia religiosa como uno de sus valores. Así que no vengan a cuentear, a Prusia se le borró por el miedo que se le tenía en que borrara otros imperios como el decrépito y anacrónico imperio inglés.
El diablo de Prusia
Texto: Enrique Müller
04/03/2002
http://servicios.laverdad.es/panorama/reportaje040302-3.htm
Cuando aún no se vislumbraba el final de la última guerra mundial y los soldados aliados combatían en todos los frentes con la Wehrmacht de Hitler, Winston Churchill tenía una obsesión que le perseguía día y noche. El estadista británico no perdía ocasión para advertir a sus interlocutores de que Prusia era la encarnación del «diablo alemán». Franklin D. Roosevelt, en cambio, acariciaba un objetivo diferente: borrar Prusia del mapa en cuanto los nazis fueran derrotados.
El certificado oficial de defunción fue dado a conocer por el Consejo de Control de los aliados el 25 de febrero de 1947, cuando acordaron disolver un Estado que, «desde siempre, ha sido la cuna del militarismo y de la reacción en Alemania». Konrad Adenauer, el visionario político democristiano y primer canciller de la postguerra, tenía una idea más radical que los propios aliados. En 1946, cuando nadie sabía lo que el futuro deparaba al país destruido, Adenauer sentenció que los políticos que cometieran el pecado de restaurar el estatus de Berlín como capital de Alemania también estarían devolviendo a la ciudad el espíritu prusiano.
El temor casi premonitorio de Adenauer y el odio visceral hacia Prusia de Churchill y Roosevelt hundían sus raíces tan profundamente como la huella dejada por el imperio prusiano en la historia de Europa. ¿Acaso no fue Prusia la cuna de Friedrich II, llamado Federico el Grande, el monarca que formó un ejército de casi 200.000 hombres bien entrenados y armados, con el cual logró transformar su desolado reino en uno de los imperios más poderosos del viejo continente? ¿Acaso no fue en Potsdam donde Hitler celebró, en el marco de la espléndida Garnisonkirche, el «enlace entre los símbolos de la antigua grandeza y la nueva fuerza?». Ese día, el 21 de marzo de 1933, el espíritu de Potsdam degeneró en el decorado de un régimen de terror.
La memoria
En 1990, Alemania recuperó la capitalidad de Berlín, consiguió eliminar la odiosa frontera interna que dividió al país durante la Guerra Fría, y, ahora, mira hacia un futuro nuevo y apasionante con la ampliación de la Unión Europea hacia el Este. Pero los muertos en política tienen aquí larga vida y, hace una semana, un destacado socialdemócrata provocó un terremoto al proponer que Prusia debe renacer de las cenizas de la historia. El medio, la fusión de los estados de Brandeburgo y Berlín, como es el deseo de la mayoría de la población.
«Los dos estados forman la base de la vieja Prusia», señaló Alwin Ziel, ministro de Asuntos Sociales del Gobierno regional de Brandeburgo, al mencionar uno de los tabúes más delicados de la memoria colectiva germana. La propuesta, como era de esperar, provocó una larga y apasionada discusión entre los defensores y los enemigos de resucitar un nombre asociado con la expansión militarista, pero también con los valores germanos más tradicionales, como la disciplina y la obediencia.
«¿Necesitamos realmente una nueva Prusia?», se preguntó el diario Bild en su primera página, al recordar que fue el régimen nazi el que había abusado de los viejos valores prusianos de lealtad y obediencia. «El nombre de Prusia puede despertar falsas asociaciones en Alemania y en cualquier otra parte», advirtió Julian Nida-Rumelin, ministro federal de Cultura, alertado por el debate que vive la nación.
La propuesta de Ziel de revivir el Estado prusiano en sus nuevas fronteras ha vuelto a dejar al desnudo una de las cicatrices más sensibles del país; una cicatriz que aún no se ha logrado cerrar, aunque haya transcurrido más de medio siglo del fin de la guerra. El pasado reciente de la nación, los horrores del nazismo y la pérdida de territorio en la república checa y en Pomerania pertenecen a la historia, pero siguen estando grabadas en la memoria colectiva de Alemania.
«Prusia es una palabra hermosa. Es maravilloso que Prusia no sea la totalidad, pero claramente parte de la totalidad. La realización de esa idea reforzaría el federalismo», dijo Martin Walser, uno de los escritores más famosos del país, al aplaudir la idea de rebautizar el futuro Estado como Prusia. «Es una propuesta fantástica», sentenció el príncipe Ferfried von Hohenzollern. «No es para nada absurda», añadió el duque Carl Eduard von Bismarck.
El debate, sin embargo, no es nuevo. La actitud ambivalente de los alemanes hacia el pasado prusiano salió a flote en 2001, cuando Berlín celebró con actos solemnes el 300 aniversario de la coronación de Friedrich I, que marcó el nacimiento del viejo Estado.
Gestos del pasado
El primer año del nuevo milenio fue bautizado en Alemania como el Año de Prusia. Docenas de libros sobre este episodio de la historia ocuparon las vitrinas de las librerías; el canciller Gerhard Schröder dejó saber que estaba a favor de reconstruir el palacio imperial en Berlín; la estatua de Federico el Grande regresó a la avenida Unter den Linden, después de ser minuciosamente restaurada; y un documental convirtió casi en héroe a Wilhelm II, el último emperador prusiano.
56 años después del fin de la última guerra mundial, Prusia, otrora la encarnación del mal, comenzó a recuperar su lugar en la historia. Hasta el punto de que el Bild ofreció a sus lectores una lista de las virtudes prusianas que tanto echa de menos la sociedad germana actual: lealtad, autodisciplina, frugalidad, obedencia y aplicación.
Pero el Bild olvidó –¿o fue a propósito?– publicar el catálogo de los vicios prusianos, como el militarismo, el autoritarismo, el expansionismo, la obediencia ciega y, el peor de todos, constituirse en el progenitor del nazismo. Aun así, más del 70% de la población de Berlín y Brandeburgo se declara a favor de una fusión de los dos territorios para dar vida nuevamente al Estado prusiano.
Muchos expertos en la historia de Alemania insisten en que la relación que hubo entre Prusia y el nazismo es mucho más estrecha de lo que el pueblo desea aceptar. Pero también hay quienes insisten en que la historia de Prusia aún puede ser un ejemplo para la Alemania moderna. El viejo imperio defendió la libertad religiosa, fomentó la inmigración y dio protección a los judíos.
En la cúspide de su poder, Prusia se extendía desde la frontera con Francia hasta Rusia, cubría gran parte del territorio de la actual Polonia e, incluso, Lituania y contaba con una población de cuarenta millones de habitantes. La victoria de Prusia sobre Francia, orquestada desde Berlín por Otto von Bismark, el Canciller de Hierro, abrió el camino para la unificación de Alemania en 1871. Pero el militarismo agresivo de la elite aristocrática que rodeaba al Kaiser Wilhelm II fue determinante para que Europa se hundiera en la I Guerra Mundial.
La hiperinflación que invadió al país y las reparaciones que tuvo que pagar Alemania a sus vencedores facilitaron la llegada al poder de Hitler, a quien la propaganda nazi retrató como el sucesor natural de Bismarck y Federico el Grande. Aunque muchos militares prusianos ayudaron a Hitler a obtener sus primeras victorias, también fueron aristócratas prusianos quienes intentaron asesinar al dictador en 1944.
Todos los males
«Prusia ha sido acusada de ser responsable de todos los males que ha vivido Europa en el siglo XX», dijo Klaus Dieter Lehmann, presidente de la Fundación de la Herencia Cultural Prusiana. «Es cierto que en Prusia había un estricto poder militar jerárquico, pero también el Estado prusiano promovió la educación, las ciencias y la cultura». Pero, ¿quién recuerda que fue en Prusia donde Alexander von Humboldt ideó la estructura básica de lo que es ahora la universidad alemana?
«Si el año de Prusia tiene éxito en fomentar el orgullo en nuestro propio país, habremos tenido éxito en su intención», dijo Manfred Stolpe, jefe del Gobierno regional de Brandeburgo. «Los pueblos que están orgullosos de su propia historia son más resistentes a la xenofobia». Pero Brandeburgo, el Estado que rodea a Berlín y en donde se encuentra Potsdam, la ciudad preferida de los monarcas prusianos, es el más afectado por la violencia de los neonazis, los fanáticos nietos de Hitler, que han vuelto a sembrar el miedo y el terror en Alemania.
Hola!
ResponderEliminarehm bueno, disculpa que empiece a divagar mientras hablo, es que no tengo idea como expresar eso XDUu
Bueno, a mi me gusta mucho la historia de Prusia, en general, yo no estudio historia, es más ni siquiera entro a la universidad (me falta terminar un año), y me encantaría entrar a estudiar para ser historiadora... y ese gustillo comenzó exactamente cuando comencé a leer sobre esta ex-nación, Prusia.
Pero de lo que me di cuenta es de que hay mucha información errónea al respecto, y buscando y buscando llegué aquí, y como parece ser que estás muy informado con respecto a Prusia hay algo que quisiera preguntarte, más bien que me expliques ¿Cómo es eso del odio que le tiene el Imperio Inglés a Prusia-Alemania?, ¿Podrías explicarmelo mejor?
Es muy sencillo, se trata de imperio y poder.
ResponderEliminarLos ingleses siempre se quejaron de la militarista Prusia, pero siendo Prusia un nuevo estado, joven y vigorozo suponía un riesgo al estado del órden mundial tal como Inglaterra ya lo tenía definido en el siglo XIX, ese órden que aún muchos dan por sentado como si fuese el único. De este modo Prusia y su cultura germana diferente a la de Inglaterra y posteriormente a la de EUA era y es un riesgo grande para la hegemonía inglesa en Europa y ulttramar. Esto lo puedes encontrar aun no hace mucho, en las declaraciones de la ex primer ministro Tatcher sobre la posible reunificación alemana, ella se oponía profundamente decía algo como "los alemanes trabajadores y eficientes" nos ganarán la partida.
De ahí que desde el siglo XIX, el cierre del siglo XIX y la primer guerra mundial siempre se infló el temor a lo alemán aun con calumnias - como que en la primer guerra en Bélgica el ejército alemán se comió a niños - historias absurdas que en cierta medida germinaron y en ciertos casos con lo hecho por Hitler encontraron una justificación.
Posteriormente con la Alemania hitleriana y su derrota, lo que tanto temen y temerán es no otra cosa, no lo radical ni nada sino que Hitler, ya alejado de Prusia, de todos modos pudo establecer un país muy exitoso y fuera del órden y contexto extablecido e impuesto por el capitalismo anglosajón. Por eso cada que veo documentales sobre los nazis y la guerra lo que veo es que lo que aterra de fondo a Inglaterra y EUA no es otra cosa sino que alguien más les puso en jaque y mostró que hay otros caminos en economía, diferentes a la usura y agiotismo de las economías contemporaneas de ese eje anglosajón y su aliado y también impulsor judío.
Resumiendo, se trata de luchas de poder y quien establece la mano más alta, no es que Prusia o Alemania sea la más mala simplemente que llegaron después como nación en una época que Inglaterra y Francia ya tenían pactado un órden mundial no necesariamente bueno para el mundo más ciertamente dicho tan potencialmente malo como el que Prusia o Alemania pudieran imponer, la cosa radica desde la óptica de quien se expresa el parecer.
¡Muchas gracias por la explicación!, en verdad muchas gracias :)
ResponderEliminar