Bush y Saakashvili, en ruta de confrontación con Rusia
Aun cuando el gobierno de la Federación Rusa ordenó el cese de hostilidades en Osetia del Sur y Georgia, luego de que el Ejército ruso contuvo al agresor georgiano y lo expulsó del territorio osetio, en aquella remota región del mundo, el Cáucaso, podría incubarse la Tercera Guerra Mundial, consideran los expertos y analistas del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI), un organismo de la sociedad civil dedicado a la investigación, el análisis y la reflexión, con sede en la ciudad de México.
Una conflagración global en la que en algún momento entrarían en acción las armas nucleares, marcaría el fin de la historia de la humanidad, señalaron los especialistas del CLAEI.
El principal instigador de esta grave amenaza para la humanidad es y ha sido el presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, alentado, apoyado y azuzado por Estados Unidos y sus más cercanos aliados de la OTAN. Su criminal obcecación ha llegado al extremo de que, aun después de que el gobierno ruso aceptó el cese al fuego y se mostró dispuesto a iniciar negociaciones sobre el futuro de Osetia del Sur y Abjasia, con respeto absoluto a la libre voluntad de los pueblos involucrados, Saakashvili ha exigido que Estados Unidos “pase de las palabras a los hechos”, en clara referencia a una respuesta militar contra la Federación de Rusia.
Saakashvili llegó al poder mediante un proceso electoral fraudulento y parece reunir, por su comportamiento, rasgos y características de dos de los personajes más siniestros y nefastos de la historia: Adolfo Hitler y José Stalin.
Con Stalin, su compatriota (cuyo verdadero nombre era Iósif Visariónovich Yugashvili), Saakashvili comparte la astucia, la crueldad y la perfidia. Con Hitler, el cinismo, la deshumanización, la cobardía y la mentira.
La opinión pública internacional debió haberse puesto en alerta cuando el año pasado, en la capital georgiana, Tbilisi (Tiflis), lo mismo que en el resto del país, Saakashvili aplastó brutalmente las protestas por el notorio fraude electoral que lo llevó al poder.
Entonces, como ahora, Estados Unidos movilizó su poderosa maquinaria propagandística y desinformadota, para acallar las numerosas voces opositoras y tergiversar la realidad. Pero si el acoso contra Rusia persiste y se llevan a cabo nuevas acciones de hostilidad beligerante en la zona, puede llegarse incluso al empleo de armas nucleares.
Georgia se ha convertido en un dócil instrumento de Washington y en una posición muy importante dentro de los planes geoestratégicos y geopolíticos de la Casa Blanca y el Pentágono, orientados a dominar el Cáucaso y sus recursos energéticos y aislar a Rusia mediante un cerco militar cada vez más cerrado.
El día 8 de agosto, mientras en Beijing eran inaugurados los juegos olímpicos, Saakashvili, tras reiterar con su acostumbrada hipocresía sus intenciones pacíficas hacia Osetia del Sur y Abjasia, territorios independentistas que rechazan su pertenencia al Estado georgiano, lanzó un despiadado y desproporcionado ataque, en el que se vieron involucradas las fuerzas de paz avaladas por diversos organismos internacionales, incluidas las Naciones Unidas y la OSCE e integradas por unidades militares rusas, osetias y georgianas (los soldados georgianos atacaron a traición a sus colegas, una vez llegada la orden de Tbilisi).
Las fuerzas georgianas cometieron todos los excesos imaginables en territorio osetio, donde más del 90% de la población tiene pasaporte ruso y desea incorporarse a la Federación de Rusia. El asalto georgiano a Tsjinvali, la capital osetia, descrito como un acto de genocidio y un crimen de guerra por funcionarios rusos y otros testigos presenciales, produjo la matanza de por lo menos dos mil civiles. Los georgianos se ensañaron con la población civil y dieron el tiro de gracia no sólo a unos 15 soldados rusos de las fuerzas de paz que habían sido heridos, sino a decenas de civiles.
El hecho de que Georgia, respaldada por Estados Unidos y sus más cercanos aliados, fue la única responsable de la criminal provocación que llevó a la respuesta de Rusia, ha sido deliberadamente ocultado por la mayoría de los medios informativos occidentales.
Esos mismos medios no han vacilado en recurrir a las más burdas falsificaciones para alinear a la opinión pública internacional a favor de Estados Unidos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y su Estado-cliente, Georgia, señala desde Canadá Ross Wilcox, del Abolition Global Caucus, una red internacional de organizaciones no gubernamentales comprometidas con la paz y el desarme.
Los ejemplos abundan: la BBC británica ha insistido en que miles de civiles fueron muertos en Georgia, con una obvia inferencia de que se trata de víctimas georgianas de las tropas rusas, cuando en realidad son osetios, asesinados en Osetia del Sur por el ejército georgiano.
La CNN ha difundido en todo el mundo imágenes de una ciudad semidestruida, con numerosos cadáveres y aún más heridos en las calles y en casas arrasadas, diciendo que corresponden a la ciudad georgiana de Gori (cuna, por cierto, de Stalin); pero esas vdideograbaciones fueron hechas en Tsjinvali luego del ataque de Georgia.
El prestigiado diario estadunidense The New York Times afirma que el gobierno de George W. Bush azuzó a Saakashvili, mediante una cada vez más generosa ayuda militar, un programa de maniobras conjuntas que tuvo su más reciente expresión apenas en julio y la terca insistencia de hacer de Georgia un miembro de pleno derecho de la OTAN.
El periodista español Rafael Poch, corresponsal en Beijing del diario La Vanguardia de Barcelona, comenta que con la atención del mundo “concentrada en los juegos de Pekín y Vladimir Putin asistiendo a su inauguración, el cálculo de Washington fue que el presidente georgiano podía resolver el asunto de Osetia del Sur en 24 horas y hacerlo irreversible”.
Existen evidencias irrefutables de que el ataque del ejército georgiano contra Osetia del Sur contaba con la bendición del presidente estadunidense George W.Bush. En julio, Estados Unidos, Georgia y Ucrania, habían realizado maniobras militares terrestres en territorio georgiano. Desde hace tres años, Georgia moderniza sus fuerzas armadas con el total respaldo de Estados Unidos, que tiene en territorio georgiano un total de 129 “consejeros militares”.
Georgia ha incrementado exponencialmente su gasto militar y dedicado más de mil millones de dólares en la compra de armas a Ucrania, Turquía, Israel y Estados Unidos, incluidos misiles tierra/aire Stinger de fabricación estadunidense.
El ataque comenzó a las 23:53 de la noche del jueves 7, con disparos de sistemas ’grad’ de artillería en salvas y aviación. Diez pueblos de los alrededores de la capital Tsinjvali de población osetina fueron arrasados y la capital, muy destruida por el ataque.
El batallón de paz de la ONU destacado en esa ciudad, estaba compuesto por unos 300 hombres; rusos, osetios y georgianos. Los integrantes georgianos dispararon contra sus compañeros, con el resultado de 12 soldados muertos. A las tres de la tarde del viernes 8, Tsjinvali estaba tomada por el ejército georgiano, pero los restos del batallón y otros efectivos lograron hacerse fuertes y mantuvieron el control del vital túnel que comunica el territorio con Rusia.
Una hora después, a las cuatro de la tarde, el 58º Ejército ruso inició su marcha hacia Osetia del Sur desde Vladikavkaz, respondiendo a la petición de ayuda a Rusia lanzada poco antes por el presidente sudosetio, Edvard Kokotsty. Sobre las ocho de la tarde del día 8, el ejército ruso entró en territorio osetio.
“Si Georgia hubiera ocupado Osetia del Sur en 24 horas, habrían proclamado el restablecimiento del ‘orden constitucional’ y Washingtron lo habría sancionado”, comenta Poch; “pero los planes no salieron”.
El actual cerco militar de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, es más estrecho que en la época soviética. La mitad de las 14 repúblicas exsoviéticas tienen hoy presencia militar de Estados Unidos o de la OTAN. Hasta Ucrania es definida como parte de la “zona de seguridad” estadunidense. El marco de acuerdos estratégicos en materia de no proliferación y desarme (ABM y START) se ha destruido.
El despliegue de un escudo antimisiles supuestamente contra Irán, emplazado en Europa Central, “es la patraña más descarada y absurda que pudiera imaginarse”, comenta Poch. Ante tales niveles de agresión encubierta, los rusos tendrán que defenderse.
Mientras tanto, la opinión pública internacional debe exigir que la Corte Internacional de Justicia inicie un proceso contra Saakashvili, genocida y criminal de guerra, frente a cuyas acciones y proyectos palidecen otros personajes como Slobodan Milosevic o Radovan Karadzic.
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