Virtudes Prusianas

VIRTUDES PRUSIANAS (Brandenburgo-Prusia, Alemania):
Perfecta organización * Sacrificio * Imperio de la ley * Obediencia a la autoridad * Militarismo * Fiabilidad * Tolerancia religiosa * Sobriedad * Frugalidad * Pragmatismo * Puntualidad * Modestia * Diligencia

miércoles, 21 de enero de 2009

El Combo de OBAMA


EL COMBO DE OBAMA.

-Mientras más realidad enfrentamos, más nos damos cuenta de que la irrealidad es el programa principal del día. John Lennon

Ann Dunham, la valiente mama de Obama

LAS SEÑALES DE OBAMA

Por Martin Garcia

DISCURSO COMPLETO DE ASUNCION DE BARACK OBAMA

Por Urgente 24

ABRAHAM LINCOLN, PRESENTE

Por AFP

CAMBIO EN LA CASA BLANCA

Por El País

Lolo Soetoro, el esposo ndonesio de Ann Dunham, Barack y su hermana Maya Kassandra Soetoro.

LAS MUJERES DE OBAMA

Por Carlos López Arriaga

KENIA, LA TIERRA DE SU PADRE, FESTEJA LA ASUNCIÓN DE OBAMA

Por AFP

LOS VIEJOS COMPAÑEROS DE LA ESCUELA

ODISEA PERSONAL DE OBAMA ALCANZA LA CUMBRE

Por Rubén Barrera.

Su papa el economista Barack Obama y su mama la desafiante Ann Dunham

OBAMA CUMPLE EL SUEÑO DE MARTIN LUTHER KING

Por Joan Cañete Bayle

MANDA OBAMA, INSPIRADO EN LINCOLN Y MANDELA

LAS SEÑALES DE CFK

Por N&P

LA ASUNCION DEL PRESIDENTE TACITO DEL MUNDO

Por Orlando Barone

CHAVEZ PIDIÓ AL PUEBLO DESPOJARSE DE ILUSIONES

Por Anaiz Perez

A VECES ES NECESARIO QUE ALGO CAMBIE PARA QUE TODO SIGA IGUAL

Por Jorge Degli Innocenti

POR DEBAJO Y POR ENCIMA DE OBAMA ESTÁ EL IMPERIO.

Por Benjamín Forcano

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LAS SEÑALES DE OBAMA

Por Martin Garcia

NAC&POP

Tuvo al Reverendo Lowery compañero de Martin Luther King, diciendo unas palabras finales y bendiciendo al nuevo Presidente; el cuarteto que ejecuto el tema musical de John Williams estaba integrado por un maestro de familia oriental, un judio, un negro y una latina.

(La celebración del natalicio del Dr. Martin Luther King, Jr. el 19 de enero, le dan todavía más dramatismo y notoriedad al evento).

Canto Aretha Franklin, la reina del soul, algo que tan bien define y representa a la raza negra en los EEUU. Lo hizo sobre la biblia sobre la que juro Abraham Lincoln.

Los datos de su madre, la antropologa Ann Dunham , estan muy –lavados- en Gogle, los han casi borrado. Seguramente porque Ann no es una mujer políticamente correcta, sino una valiente mujer blanca que podria describirse como una militante social nuestra, no se si pacifista, desafiando convencionalismos, casandose con un economista negro de Kenia en Hawai, Barack Obama, de quien se reconocen siete hijos mas en Kenia, a sus dieciocho años, para luego divorciarse de el, yendo a vivir a Jakarta y casarse con el indonesio Lolo Soetoro con quien tuvo una niña, hermana ahora de Barak.

Una madre que lo levantaba a la madrugada para hacerlo estudiar ingles, antes de llevarlo al colegio y antes de ir a su trabajo. Que lo mando a una escuela publica en Nigeria y que lo envio con sus abuelos a Hawai a estudiar mas, en algun momento, porque considero que necesitaba una mejor educación para su vida de la que recibia en Indonesia.

Un tipo, este Obama, evidentemente con una cultura multiracial, multisociedad, muy diferente a la media de sus conciudadanos, aunque la misma conformacion etnica de los EEUU es multiracial, como la Argentina, desde hace mucho tiempo.

Con experiencias muy distintas a la mayoria, hijo de un negro-negro y de una madre blanca.blanca es un mestizo hecho y derecho.

Hawaiano, quizas, antes que norteamericano, quizas. Muy familiero, ya que en una vida tan cambiante de escenarios y partners ha sido la familia -su pie a tierra-. Madre, padres, abuelos y abuelas (La que compartio con el la ceremonia, especialmente venida de Kenia solo es esposa de su abuelo, sin relacion de sangre con Obama) hermanos casi desconocidos, hermana remota y sin embargo tan preserntes para el..

Obama esta interesado en dar señales de que es uno mas de los EEUU, que se fue solo a comer un pancho en una pancheria famosa de su barrio dias antes de asumir, que hizo el viaje en tren que habia hecho Lincoln antes de asumir su presidencia y que visito a su abuela antes de enfocarse en la ceremonia presidencial. Una ceremonia que lo cito como -Barak H. Obama, aunque el lo dijo con todas las letras -Barack Hussein Obama sin temor a su similitud con el nombre de Saddam Hussein.

Juan Domingo Perón relato alguna vez el dia antes de asumir como Presidente de los argentinos en 1946 y dijo que esa noche tuvo que decidir si iba a gobernar o para los factores de poder o irrenunciablemente para el pueblo argentino, a sabiendas de que lo uno lo ungiria como un gran gobernante para los medios del establishment y la historia oficial y lo otro iba a costarle la condena del poder asi como el amor de su pueblo que prefirió.

Habra que ver, mas alla de estas señales, que decision intima tomara Obama, y que pasara con los factores de poder; que significara exactamente gobernar para el pueblo norteamericano y que resultara eso para el pueblo del mundo entero.

Ahora un minuto de meditacion para la Compañera Ann Dunham , imaginemonos el personaje, alguien tan descontracturado, tan valiente, tan audaz, tan antisistema, y suponete que Obama fuera un buen presidente que limite el poder de las corporaciones, imaginémonos eso por un momento antes que la razon politica nos asalte la mente, un segundo nada mas imaginando que Ann les metiera un hijo adentro del establishment, un –virus- hijo de la militancia anti Vietnam de los ´60/´70 dentro del tunel del horror del Imperio. ¡Estaria fenomeno! Tu militancia no habra sido en vano, joven mama Obama, ¡Honor y Gloria para la compañera Ann Dunham,!

Ahí van Obama y su mujer caminando por la calle, sin coche, con la custodia lejos, saludando a la gente. Comienza una nueva etapa en los Estados Unidos. Al menos es un nuevo estilo. Con el pueblo mas cerca, parece.

MG/

DISCURSO COMPLETO DE ASUNCION DE BARACK OBAMA

Urgente 24

Compatriotas:

Me encuentro hoy aquí con humildad ante la tarea que enfrentamos, agradecido por la confianza que me ha sido otorgada, consciente de los sacrificios de nuestros antepasados. Agradezco al presidente Bush su servicio a nuestra nación, así como la generosidad y cooperación que ha demostrado a lo largo de esta transición.

Ya son cuarenta y cuatro los norteamericanos que han hecho el juramento presidencial. Estas palabras han sido pronunciadas durante mareas de prosperidad y aguas tranquilas de la paz. Y , sin embargo, a veces el juramento se hace en medio de nubarrones y furiosas tormentas. En estos momentos, Estados Unidos se ha mantenido no sólo por la pericia o visión de los altos cargos, sino porque nosotros, el pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de nuestros antecesores y a nuestros documentos fundacionales.

Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de norteamericanos.

Que estamos en medio de una crisis es algo muy asumido. Nuestra nación está en guerra frente a una red de gran alcance de violencia y odio. Nuestra economía está gravemente debilitada, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por el fracaso colectivo a la hora de elegir opciones difíciles y de preparar a la nación para una nueva era.

Se han perdido casas y empleos y se han cerrado empresas. Nuestro sistema de salud es caro; nuestras escuelas han fallado a demasiados; y cada día aporta nuevas pruebas de que la manera en que utilizamos la energía refuerzan a nuestros adversarios y amenazan a nuestro planeta.

Estos son los indicadores de una crisis, según los datos y las estadísticas. Menos tangible pero no menos profunda es la pérdida de confianza en nuestro país - un temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y de que la próxima generación debe reducir sus expectativas.

Hoy os digo que los desafíos a los que nos enfrentamos son reales. Son graves y son muchos. No los enfrentaremos fácilmente o en un corto periodo de tiempo. Pero Estados Unidos debe saber que les haremos frente.

Hoy nos reunimos porque hemos elegido la esperanza sobre el temor, la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia. Hoy hemos venido a proclamar el fin de las quejas mezquinas y las falsas promesas, de las recriminaciones y los dogmas caducos que durante demasiado tiempo han estrangulado a nuestra política.

Seguimos siendo una nación joven, pero, según las palabras de las Escrituras, ha llegado el momento de dejar de lado los infantilismos. Ha llegado el momento de reafirmar nuestro espíritu de firmeza: de elegir nuestra mejor historia; de llevar hacia adelante ese valioso don, esa noble idea que ha pasado de generación en generación: la promesa divina de que todos son iguales, todos son libres y todos merecen la oportunidad de alcanzar la felicidad plena.

Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, somos conscientes de que la grandeza nunca es un regalo. Debe ganarse. Nuestro camino nunca ha sido de atajos o de conformarse con menos. No ha sido un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al trabajo o buscan sólo los placeres de la riqueza y la fama. Más bien, han sido los que han asumido riesgos, los que actúan, los que hacen cosas -algunos de ellos reconocidos, pero más a menudo hombres y mujeres desconocidos en su labor, los que nos han llevado hacia adelante por el largo, escarpado camino hacia la prosperidad y la libertad.

Por nosotros se llevaron sus pocas posesiones materiales y viajaron a través de los océanos en busca de una nueva vida.

Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y se establecieron en el oeste; soportaron el látigo y araron la dura tierra.

Por nosotros lucharon y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn.

Una y otra vez estos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta tener llagas en las manos para que pudiéramos tener una vida mejor. Veían a Estados Unidos más grande que la suma de nuestras ambiciones individuales, más grande que todas las diferencias de origen, riqueza o facción.

Este es el viaje que continuamos hoy. Seguimos siendo la nación más próspera y poderosa de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando empezó esta crisis. Nuestras mentes no son menos inventivas, nuestros bienes y servicios no son menos necesarios que la semana pasada, el mes pasado o el año pasado. Nuestra capacidad no ha disminuido. Pero el tiempo del inmovilismo, de la protección de intereses limitados y de aplazar las decisiones desagradables, ese tiempo seguramente ha pasado. A partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y volver a empezar la tarea de rehacer Estados Unidos.

Porque allí donde miremos, hay trabajo que hacer. El estado de la economía requiere una acción audaz y rápida y actuaremos no sólo para crear nuevos empleos sino para levantar nuevos cimientos para el crecimiento. Construiremos carreteras y puentes, las redes eléctricas y las líneas digitales que alimentan nuestro comercio y nos mantienen unidos. Pondremos a la ciencia en el lugar donde se merece y aprovecharemos las maravillas de la tecnología para aumentar la calidad de la sanidad y reducir su coste. Utilizaremos el sol, el viento y la tierra para alimentar a nuestros automóviles y hacer funcionar nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y universidades para hacer frente a las necesidades de una nueva era.

Todo esto podemos hacerlo. Y todo esto lo haremos.

Algunos cuestionan la amplitud de nuestras ambiciones y sugieren que nuestro sistema no puede tolerar demasiados grandes planes. Sus memorias son cortas. Porque han olvidado lo que este país ya ha hecho; lo que hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une al interés común y la necesidad a la valentía.

Lo que no entienden los cínicos es que el terreno que pisan ha cambiado y que los argumentos políticos estériles que nos han consumido durante demasiado tiempo ya no sirven.

La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno es demasiado grande o pequeño, sino si funciona -ya sea para ayudar a las familias a encontrar trabajos con un sueldo decente, cuidados que pueden pagar y una jubilación digna. Allí donde la respuesta es sí, seguiremos avanzando y allí donde la respuesta es no, pondremos fin a los programas. Y a los que manejamos el dinero público se nos pedirán cuentas para gastar con sabiduría, cambiar los malos hábitos y hacer nuestro trabajo a la luz del día, porque sólo entonces podremos restablecer la confianza vital entre un pueblo y su gobierno.

La cuestión para nosotros tampoco es si el mercado es una fuerza del bien o del mal. Su poder para generar riqueza y expandir la libertad no tiene rival, pero esta crisis nos ha recordado a todos que sin vigilancia, el mercado puede descontrolarse y que una nación no puede prosperar durante mucho tiempo si favorece sólo a los ricos. El éxito de nuestra economía siempre ha dependido no sólo del tamaño de nuestro Producto Nacional Bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad, de nuestra habilidad de ofrecer oportunidades a todos los que lo deseen, no por caridad sino porque es la vía más segura hacia el bien común.

En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falsa la elección entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros padres fundadores, enfrentados a peligros que apenas podemos imaginar, redactaron una carta para garantizar el imperio de la ley y los derechos humanos, una carta que se ha expandido con la sangre de generaciones. Esos ideales aún alumbran el mundo y

no renunciaremos a ellos por conveniencia. Y a los otros pueblos y gobiernos que nos observan hoy, desde las grandes capitales al pequeño pueblo donde nació mi padre: sabed que América es la amiga de cada nación y cada hombre, mujer y niño que persigue un futuro de paz y dignidad y de que estamos listos a asumir el liderazgo una vez más.

Recordad que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y al comunismo no sólo con misiles y tanques, sino con sólidas alianzas y firmes convicciones. Comprendieron que nuestro poder solo no puede protegernos ni nos da derecho a hacer lo que nos place. Sabían por contra que nuestro poder crece a través de su uso prudente, de que la seguridad emana de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y las cualidades de la templanza, la humildad y la contención.

Somos los guardianes de este patrimonio. Guiados de nuevo por estos principios, podemos hacer frente a esas nuevas amenazas que exigen aún mayor esfuerzo - incluso mayor cooperación y entendimiento entre las naciones. Comenzaremos a dejar Irak, de manera responsable, a su pueblo, y forjar una paz ganada con dificultad en Afganistán.

Con viejos amigos y antiguos contrincantes, trabajaremos sin descanso para reducir la amenaza nuclear y hacer retroceder el fantasma de un planeta que se calienta. No vamos a pedir perdón por nuestro estilo de vida, ni vamos a vacilar en su defensa, y para aquellos que pretenden lograr su fines mediante el fomento del terror y de las matanzas de inocentes, les decimos desde ahora que nuestro espíritu es más fuerte y no se lo puede romper; no podéis perdurar más que nosotros, y os venceremos.

Porque sabemos que nuestra herencia multiétnica es una fortaleza, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos y e hindúes - y de no creyentes. Estamos formados por todas las lenguas y culturas, procedentes de cada rincón de esta Tierra; debido a que hemos probado el mal trago de la guerra civil y la segregación, y resurgido más fuertes y más unidos de ese negro capítulo,

no podemos evitar creer que los viejos odios se desvanecerán algún día, que las lineas divisorias entre tribus pronto se disolverán; que mientras el mundo se empequeñece, nuestra humanidad común se revelará; y América tiene que desempeñar su papel en el alumbramiento de una nueva era de paz.

Al mundo musulmán, buscamos un nuevo camino adelante, basado en el interés mutuo y el respeto mutuo. A aquellos líderes en distintas partes del mundo que pretenden sembrar el conflicto, o culpar a Occidente de los males de sus sociedades - sepáis que vuestros pueblos os juzgarán por lo que que podesis construir, no por lo que destruyais.

A aquellos que se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y la represión de la disidencia, teneis que saber que estáis en el lado equivocado de la Historia; pero os tenderemos la mano si estáis dispuestos a abrir el puño.

A los pueblos de las naciones más pobres, nos comprometemos a colaborar con vosotros para que vuestras granjas florezcan y dejar que fluyan aguas limpias; dar de comer a los cuerpos desnutridos y alimentar las mentes hambrientas. Y a aquellas naciones que, como la nuestra, gozan de relativa abundancia, les decimos que no nos podemos permitir más la indiferencia ante el sufrimiento fuera de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos del mundo sin tomar en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado, y nosotros tenemos que cambiar con él.

Al contemplar la ruta que se despliega ante nosotros, recordamos con humilde agradecimiento aquellos estadounidenses valientes quienes, en este mismo momento, patrullan desiertos lejanos y montañas distantes. Tienen algo que decirnos, al igual que los héroes caídos que yacen en (el cementerio nacional de) Arlington susurran desde los tiempos lejanos. Les rendimos homenaje no sólo porque son los guardianes de nuestra libertad, sino también porque encarnan el espíritu de servicio; la voluntad de encontrar sentido en algo más grande que ellos mismos. Sin embargo, en este momento -un momento que definirá una

generación- es precisamente este espíritu el que tiene que instalarse en todos nosotros.

Por mucho que el gobierno pueda y deba hacer, en última instancia esta nación depende de la fe y la decisión del pueblo estadounidense. Es la bondad de acoger a un extraño cuando se rompen los diques, la abnegación de los trabajadores que prefieren recortar sus horarios antes que ver a un amigo perder su puesto de trabajo, lo que nos hace superar nuestros momentos más oscuros. Es la valentía del bombero al subir una escalera llena de humo, pero también la voluntad del progenitor de cuidar a un niño, lo que al final decide nuestra suerte.

Nuestros desafíos podrían ser nuevos. Las herramientas con que los hacemos frente podrían ser nuevas. Pero esos valores sobre los que depende nuestro éxito - el trabajo duro y la honestidad, la valentía y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo - esas cosas son viejas. Esas cosas son verdaderas. Han sido la fuerza silenciosa detrás de nuestro progreso durante toda nuestra historia. Lo que se exige, por tanto, es el regreso a esas verdades. Lo que se nos pide ahora es una nueva era de responsabilidad - un reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que tenemos deberes para con nosotros, nuestra nación, y el mundo, deberes que no admitimos a regañadientes, sino que acogemos con alegría, firmes en el conocimiento de que no hay nada tan gratificante para el espíritu, tan representativo de nuestro carácter que entregarlo todo en una tarea difícil.

Este es el precio y la promesa de la ciudadanía.

Esta es la fuente de nuestra confianza - el saber que Dios nos llama a dar forma a un destino incierto.

Este es el significado de nuestra libertad y de nuestro credo - por lo que hombres y mujeres y niños de todas las razas y de todas las fes pueden unirse en una celebración a lo largo y ancho de esta magnífica explanada, por lo que un

hombre cuyo padre, hace menos de 60 años, no habría sido servido en un restaurante ahora está ante vosotros para prestar el juramento más sagrado.

Así que, señalemos este día haciendo memoria de quiénes somos y de lo largo que ha sido el camino recorrido. En el año del nacimiento de América, en uno de los más fríos meses, una reducida banda de patriotas se juntaba ante las menguantes fogatas en las orillas de un río helado. La capital se había abandonado. El enemigo avanzaba. La nieve estaba manchada de sangre. En un momento en que el desenlace de nuestra revolución estaba más en duda, el padre de nuestra nación mandó que se leyeran al pueblo estas palabras:

-Que se cuente al mundo del futuro que en las profundidades del invierno, cuando nada salvo la esperanza y la virtud podían sobrevivir ... la urbe y el país, alarmados ante un peligro común, salieron a su paso.

América. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras privaciones, recordemos esas palabras eternas. Con esperanza y virtud, sorteemos nuevamente las corrientes heladas, y aguantemos las tormentas que nos caigan encima. Que los hijos de nuestros hijos digan que cuando fuimos puestos a prueba nos negamos que permitir que este viaje terminase, no dimos la vuelta para retroceder, y con la vista puesta en el horizonte y la gracia de Dios encima de nosotros, llevamos aquel gran regalo de la libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones venideras.

Gracias, que Dios os bendiga, que Dios bendiga a América.

BHO/

ABRAHAM LINCOLN, PRESENTE

El flamante presidente eligió objetos, palabras y cualidades del ex mandatario para la ceremonia oficial

WASHINGTON ().- Desde la Biblia hasta en el almuerzo de gala, Abraham Lincoln, el presidente que abolió la esclavitud y que luchó para superar las heridas de la guerra de la Secesión, estuvo omnipresente en la ceremonia de investidura del primer presidente negro de Estados Unidos, Barack Obama.

Abraham Lincoln, cuyo 200º aniversario es celebrado este año, es una fuente de inspiración extraordinaria, reconoce Barack Obama, que comparte con su ídolo una formación de jurista, una carrera política que empezó en el estado de Illinois, una ascensión fulgurante hasta la Casa Blanca y una toma de posesión en tiempos de crisis.

El flamante presidente juró su cargo con su mano izquierda encima de la Biblia que perteneció a Lincoln, prestada por la biblioteca del Congreso.

En tanto, el menú del almuerzo de gala, poco después en el interior del Capitolio, recordó a las preferencias culinarias del 16º presidente de Estados Unidos: un ragú de marisco como entrada, seguido de un faisán al tomillo y un bizcocho de manzana y canela con helado como postre.

Todo ello servido en una réplica de la vajilla de porcelana escogida por la esposa de Lincoln, y bajo un inmenso cuadro del valle de Yosemite, uno de los grandes espacios naturales de Estados Unidos que apenas empezaba a ser explorado en la época de Lincoln y que evocaba el futuro del país: -Una tierra de oportunidades, optimismo y libertad.

El sábado último, Barack Obama efectuó un viaje en tren desde Filadelfia, cuna de la independencia estadounidense, hasta la estación central de Washington, como hizo Lincoln en 1861, en vísperas de su primera investidura.

Por último. el recorrido de Obama y de su vicepresidente Joe Biden por las calles de Washington también imita el que hizo en su día Lincoln tras su primera toma de posesión.

Barack Obama, sin embargo, pasará de largo ante uno de los lugares más trágicamente ligados a la memoria de Lincoln: el teatro Ford, donde fue asesinado en 1865.
CAMBIO EN LA CASA BLANCA

Al presidente electo le espera un planeta destrozado, y a su país no lo van a salvar ni los salmos ni las plegarias. Pero en el fondo del inconsciente colectivo hay algo espiritual e imbatible que Barack Obama ha despertado

Por El País

20-Enero-2009

No se puede decir que Barack Obama sea exactamente un negro norteamericano, porque ni ha bebido la leche de los bisontes ni sus antepasados fueron esclavos. Su alma no está iluminada por cruces de fuego en medio de una danza macabra de capirotes, y tampoco hay campos de algodón en su memoria ni cabañas del tío Tom.

Su padre fue un economista nacido en Kenia que se casó con la antropóloga blanca Ann Dunham, procedente de Kansas, mientras ambos estudiaban en la Universidad de Hawai. Barack Obama vino al mundo el 4 de agosto de 1961 en Honolulú, una región llena de molicie de la Norteamérica exótica, con demasiados collares de flores y faldillas de palmas como para formar en cualquier muchacho un carácter espartano, xenófobo e imperialista, más amante de las armas que del suave son del ukelele.

Luego, los padres de Barack se divorciaron cuando tenía dos años.

Inteligente, beodo y mujeriego, el progenitor volvió a África, y prácticamente no supo ya nada de su hijo hasta poco antes de morir, cosa que sucedió en 1982 en un accidente de automóvil.

Su madre se unió muy pronto a su nuevo esposo, el ingeniero indonesio musulmán Lolo Soetoro y se fue a vivir a Yakarta.

Barack Obama estudió en las escuelas estatales de Indonesia según la disciplina del islam y después volvió a Honolulú con sus abuelos maternos cuando ya era un adolescente, becado, con la mente llena de paradigmas de extrañas culturas, religiones y razas fundidas en países lejanos, ajenos al ombligo del mundo.

No hubo en su adolescencia pelotas de beisbol, ni jaulas de baloncesto en barrios deprimidos, ni fregados con bandas rivales del tipo de West Side Story; tal vez los inevitables cigarros de mariguana, alguna raya de coca en el consabido episodio de rebeldía juvenil en la Universidad de California, luego en la de Nueva York y finalmente en la de Harvard , convertido en un estudiante radical, licenciado en Derecho.

Desarraigo existencial

Este desarraigo existencial puede haber librado a este político mulato de cualquier clase de resentimiento, que durante siglos ha sido bagaje ineludible para gente de su raza en Norteamérica.

El hecho de que en este periodo de crisis profunda, el imperio de Occidente vaya a estar dirigido por alguien con nombre árabe en quien confluye una fusión de etnias y culturas, y una educación mestiza absorbida en tres continentes, hay que tomarlo como la metáfora del destino. El New Deal que se necesita para salir de la actual depresión, pareja a la del 29, ya no podría formalizarlo hoy un líder como Roosevelt, perteneciente a la más acendrada aristocracia de pata blanca, sino un político que por su pelaje en cierto modo pertenece al mundo entero, ya que esta catástrofe económica tiene pinta de ser planetaria.

De hecho, Barack Obama da la sensación de que su forma de ser norteamericana es hoy más natural que si hubiera sido un vástago blanco, protestante y anglosajón de una familia establecida en Nueva Inglaterra.

Después de George W. Bush, un presidente con trazas de vaquero esquemático, a mitad de camino entre la violencia y la ignorancia, con una visión petrolífera del universo, por simple atracción de contrarios, el elector norteamericano puede que haya generado la necesidad de un predicador profético, que encarna las aspiraciones de regeneración de una sociedad atormentada por la guerra y el desastre económico.

A Norteamérica no la van a salvar los salmos ni las plegarias, pero en el fondo del inconsciente colectivo hay algo espiritual e imbatible que Barack Obama ha despertado a lo largo de la campaña presidencial que acabó por convertirse en un fenómeno comunitario. El tipo debe de saber que de esta crisis no se sale sin una nueva conciencia moral.

Misión especial

Tal vez sea esta la misión espiritual de Barack Obama, El Enviado. El decálogo de Abraham Lincoln y confluye también en este personaje el deseo inconfesado del viejo progresismo europeo de sacudirse de encima la obligación estética de tener que odiar visceralmente a una Norteamérica prepotente y rudimentaria por su cariz imperialista y su espíritu vaquero, para recobrar la admiración que en otros tiempos generó su energía como estandarte de la libertad, cuando Estados Unidos envió a muchos de sus mejores jóvenes, hombres y mujeres, a liberar a Europa del nazismo, y -las únicas tierras que parecían pedir a cambio eran apenas las necesarias para sepultar a aquellos que no regresaron.

La aparición de este líder es una estupenda coartada para que la fascinación del jazz, de los genios de Hollywood, de los marines desembarcando en Sicilia o en Normandía vuelvan a llenar de estética la Nueva Frontera de Kennedy. Llegar a la Luna sin salir de casa podría ser hoy la gran hazaña de Barack Obama.

Entre la admiración y el desengaño se sitúa la figura de este personaje en esta encrucijada de la historia. Más allá de los espléndidos sermones laicos de sus mítines donde el viejo ideal de Norteamérica renacía con el swing de su templada lengua de fuego, a Barack Obama le espera la realidad de un planeta prácticamente destrozado.

La opinión pública mundial está a la espera de los primeros actos significativos de este líder cuyo carisma se debe únicamente al deseo de cambio que su figura ha sintetizado.

Sábanas negras

Las guerras de Irak y de Afganistán, los jaulones de Guantánamo, la herida sangrante de Palestina, la impunidad de Israel, el bloqueo de Cuba, la crisis económica y el terrorismo mundial son los fantasmas que, después del juramento de la Constitución y de un inflamado discurso con resonancias kennedianas, entrarán con Obama en la Casa Blanca hoy para participar también con sus sábanas negras, manchadas de sangre, en el gran baile que se instaurará en los salones.

Pese a todo, allí sonará la cascada voz de Louis Armstrong cantando -el mundo es algo maravilloso.

Entre las huestes ilusionadas del progresismo se admiten apuestas acerca del momento en que Barack Obama va a producir el primer fiasco.

El imperio es el imperio, y en los tiempos de decadencia siempre se impone la filosofía de los pretorianos.

Pero hoy, el mundo se mueve por impactos visuales, y el icono de una familia de negros ocupando la Casa Blanca contiene una carga de energía tan positiva, que la historia de la humanidad nunca podrá librarse ya de ella.
LAS MUJERES DE OBAMA

Por Carlos López Arriaga

16 Ene 2009(

Todo apunta hacia un perfil atípico en el componente cultural, étnico y religioso del nuevo clan que llega a la Casa Blanca , marcado visiblemente por la heterogeneidad, es decir, en las antípodas de la familia Bush , blanca, conservadora, anglosajona y protestante.

¿Sensibilidad especial hacia el universo femenino?... Cuando en plena campaña presidencial le preguntaron al entonces candidato demócrata Barack Obama acerca de sus gustos musicales mencionó de golpe a seis mujeres.

Se diría que fue una respuesta muy reveladora sobre la circunstancia tan peculiar de un hombre que nació, se formó y hoy vive rodeado por las damas.

Interrogado por la prensa sobre las preferencias artísticas de su familia, Obama se refirió, antes que nada, a sus dos hijas (Malia Ann, de diez años y Natasha, de siete) a quienes atribuyó el gusto por Hannah Montana el personaje televisivo de la casa Disney que interpreta la cantante juvenil Miley Cyrus.

Después revelaría otro nombre, el de Beyoncé Knowles, la cantautora texana multipremiada por los Grammys, a quien personalmente admira.

Y luego habría de aludir despectivamente a las divas Britney Spears Y Paris Hilton, calificándolas como dos malos ejemplos para la juventud norteamericana, por los escándalos de sobra conocidos. En total, media docena de referencias; ninguna, por cierto, masculina.

Varones Fugaces

Y es que desde la más tierna infancia, las mujeres han sido determinantes en su vida y también dentro de su trayectoria política, para bien y para mal.

Lo mismo tuvo una madre (Ann Dunham) y un par de abuelas excepcionales (Madelyn Payne y Sarah Onyango) que, complementariamente, fue necesario derrotar a dos importantes señoras para llegar a la silla presidencial, su contrincante demócrata Hillary Clinton y la aspirante republicana a la vicepresidencia Sarah Palin.

En ese universo habría que incluir a la media-hermana Maya Kassandra Soetoro, (concebida en las segundas nupcias de su madre Ann Dunham con el indonesio Lolo Soetoro) quien además tiene una criatura, también mujer, la pequeña Suhaila.

Sin olvidar a la esposa y entrante primera dama de los Estados Unidos, la abogada de Chicago Michelle Robinson.

Reconocido fue su apego infantil a la madre y la abuela norteamericanas (Ann y Madelyn), con quienes vivió sus años formativos en Hawai.

Su madre era antropóloga, consagrada al trabajo comunitario y especialista en desarrollo rural.

Curiosamente, los hombres en la familia del nuevo mandatario han ido siempre de paso.

A la fecha, todos han muerto, empezando por su padre, el economista Barack Obama, el cuál abandonó el hogar en etapa temprana, para retornar posteriormente a Kenia y fallecer en 1982.

El padrastro indonesio Lolo Soetoro murió en 1987.

Tampoco viven ya los abuelos del Presidente electo.

El paterno, Onyango Obama, expiró en 1979 y el materno, Stanley Dunham, en 1992.

Con el océano atlántico de por medio, en el continente africano hay registro de siete medios hermanos, nacidos de posteriores nupcias contraídas por su padre tras su retorno a Kenia.

Por todo ello, a pocos días de instalarse en la Washington, el círculo familiar de Barack se compone de una esposa, dos hijas, una hermana, una sobrina y un cuñado de origen chino-malasio y nacionalidad canadiense, llamado Konrad Ng.

Una tribu heterogénea

Todo apunta hacia un perfil atípico en el componente cultural, étnico y religioso del nuevo clan que llega a la Casa Blanca , marcado visiblemente por la heterogeneidad, es decir, en las antípodas de la familia Bush , blanca, conservadora, anglosajona y protestante.

En verdad, los Obama son un verdadero muestrario de orígenes y creencias, empezando por el padre keniano y musulmán.

Nacida en Fort Leavenworth, Kansas, la madre, Ann Dunham, es descendiente de irlandeses, alemanes y de indios cherokees.

Necesario es recordar que el padrastro Lolo Soetoro era indonesio y también musulmán, aunque tanto su media hermana (Maya Kassandra Soetoro) como el cuñado oriental Konrad Ng son de religión budista.

Para tranquilidad del votante blanco, Obama no es musulmán ni budista, sino miembro activo de la Iglesia Unida de Cristo en Chicago (United Church of Christ, conocida por sus siglas UCC) una comunidad mayoritariamente afroamericana de raíces evangélicas y presbiterianas.

Detalle curioso, pese a su estirpe calvinista, la referida congregación de Chicago se ha proclamado defensora de causas abiertamente liberales como la equidad de género y el respeto a la minoría homosexual.

También resulta paradójico el que, siendo una denominación religiosa, la Iglesia Unida de Cristo se reconozca promotora del carácter laico y neutral del Estado, a través de una organización paralela denominada Americans United for Separation of Church and State, que dirige el reverendo BARRY LYNN, pastor de la UCC.

Predomina, pues, el eclecticismo en el ambiente que habrá de reinar en la sede presidencial a partir del 20 de enero próximo y esto va mucho más allá del mosaico étnico para alcanzar niveles de diversidad ideológica y un marcado sincretismo religioso.

Lo cual, sin duda, se verá reflejado en el estilo de gobernar y las tonalidades anímicas que alienten a la metrópoli imperial, hoy impregnada por una insólita exuberancia multicultural, efecto directo de la globalización.

Transición con la cuál los Estados Unidos de Norteamérica parecerían cruzar un umbral decisivo, dando por fin la bienvenida al siglo 21.

KENIA, LA TIERRA DE SU PADRE, FESTEJA LA ASUNCIÓN DE OBAMA

AFP

Agencias

20 de Enero de 2009

KOGELO, Kenia - Más de 2 mil kenianos y turistas extranjeros se reunieron el martes en ambiente festivo en Kogelo, la aldea en la que nació el difunto padre de Barack Obama, para celebrar la investidura del 44º Presidente de Estados Unidos.

Día de fiesta

Numerosos kenianos afluyeron de diferentes partes de la región del lago Victoria (oeste), vestidos con sus mejores prendas para asistir al evento emitido en pantalla gigante.

-Soy de Kogelo y es un día de fiesta. Esto representa una oportunidad enorme para nosotros porque vendrán muchas inversiones. Ya es gracias a él que tenemos electricidad y agua, aseguró Faith Achieng, de 20 años.

La aldea habitualmente tranquila de Kogelo, rebautizada por sus habitantes como la capital local del mundo, lleva cuatro días celebrando la investidura de Barack Obama, que tuvo lugar el martes a eso de las 20:00 horas locales (17:00 GMT).

Bailes y banderas

Varios turistas presentes habrían modificado su itinerario por Kenia para sumarse a los bailes de Luo, la etnia de la que es originaria la rama keniana de la familia de Obama, o para agitar banderas estadounidenses.

-La atmósfera es tan colorida, es como si Kogelo celebrara una segunda navidad, se alegró Joseph Oluoko, que trabaja en la aldea.

La abuela paterna de Obama, Sarah, y la mayoría de los familiares kenianos del nuevo presidente debían asistir en Washington a la ceremonia de investidura.

Sarah Obama es la tercera esposa del abuelo de Barack Obama. No les une ningún lazo biológico pero el nuevo presidente la considera su abuela paterna.

Alrededor del mundo

Vendedores callejeros en Indonesia cocinaron arroz frito estilo Obama y los niños de una escuela elemental local donde estudió el ahora presidente electo cantaron el himno nacional de Estados Unidos.

En Kenia, donde nació el padre de Obama, los residentes planeaban festejos en honor de su hijo más famoso.

En todo el mundo, la gente se reunió el martes para sumarse a los festejos por la juramentación de Barack Obama como si fuera su propio presidente.

En la capital de Indonesia, donde Obama pasó cuatro años de su niñez, los estudiantes de su ex escuela realizaron bailes antiguos de la nación musulmana más poblada del mundo.

LOS VIEJOS COMPAÑEROS DE LA ESCUELA

Los viejos compañeros de clase del presidente electo estadounidense acudieron a la escuela elemental Menteng 1, donde escucharán su discurso de toma de posesión por televisión. Obama era recordado tiernamente por sus ex compañeros como un niño regordete apodado Barry.

-Estoy orgulloso de que el próximo presidente sea alguien con quien he compartido algún tiempo, afirmó Rully Dasaad, un ex compañero de Obama tanto en clases como en un grupo de niños exploradores.

-Fue un tiempo crucial para los niños de nuestra edad, cuando aprendimos sobre la tolerancia, el valor de compartir, el pluralismo, la aceptación y el respeto a la diferencia en culturas y religiones, agregó.

Obama para Obama

En una ciudad japonesa que por coincidencia se llama Obama, se erigieron escenarios fuera de un templo budista local para un evento titulado Obama para Obama, que incluirá bailarines de la danza hawaiana de hula -Obama vivió en Hawai y el hula es popular en Japón- y discursos de autoridades locales.

En Irak, los ciudadanos entrevistados expresaron sentimientos mixtos. Algunos dijeron que Obama representa una significativa página nueva en la historia estadounidense, pero otros pusieron en duda su la política estadounidense hacia Irak cambiará en algo.

-Hoy es un gran día para Estados Unidos, cuando un presidente negro asuma el poder, afirmó Ali Salam, de 45 años y dueño de una papelería en Bagdad. -Esta es una democracia real y los resultados de la lucha de las personas.

Buenos deseos

No sólo los habitantes de a pié saludaron la toma de posesión de Barack Obama el martes. Líderes de todo el mundo desearon éxito al 44º Presidente de Estados Unidos y le ofrecieron su cooperación para afrontar los grandes desafíos internacionales.

El papa Benedicto XVI pidió en un telegrama enviado a Obama que -promueva la comprensión, la cooperación y la paz entre las naciones.

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, expresó en un mensaje sus mejores deseos para que el mandatario tenga una gestión con éxito.

Durante un acto oficial en La Moneda, Bachelet destacó el reto gigantesco que deberá afrontar el nuevo gobernante estadounidense, debido a los momentos difíciles por los que atraviesa su país a causa de la crisis económica.

ODISEA PERSONAL DE OBAMA ALCANZA LA CUMBRE

Por Rubén Barrera.

Corresponsal Notimex

18 de Enero, 2009

Washington, 18 Ene - Barack Obama completa un histórico viaje con el cual el rostro multicolor de este país se ha fusionado de cierta forma.

El de Obama es un viaje único en la vida política de este país, renovando la capacidad de asombro y el espíritu de perseverancia reflejados en el azaroso recorrer que lo llevó a atravesar medio mundo en una eterna búsqueda interna.

Desde la tranquila vida en Hawai, hasta la lucha por los desposeídos en las calles de Chicago, donde descubrió su identidad racial, hasta los pasillos del poder de Washington, la odisea personal de Obama ha fascinado a propios y extraños.

En Oahu, la remota población de Hawai donde creció, con su madre y abuelos, Obama o Barry, como era conocido entonces por sus compañeros de escuela, vio el mundo de manera simple a pesar de su condición de hijo de madre blanca y padre negro.

Quizá ello se debió en gran medida a la ausencia, en Hawai, de barreras raciales tan evidentes como en el territorio continental estadunidense.

-Nadie parece consciente del color (de su piel), habría escrito su padre, Barack Hussein Obama, sobre su percepción de la vida en la isla, mientras estudiaba en la Universidad de Hawai poco antes de conocer a Ann Dunham, la madre del futuro presidente.

Hasta el día que concluyó su estudios de bachillerato, Obama soñaba con ser jugador profesional de basquetbol, pero su mundo se transformó durante sus años de formación universitaria en Harvard.

Esa transformación lo llevó a Chicago, donde nuevas fuerzas le dieron forma a su identidad, lo reencontraron con sus raíces negras y se identificó como tal, y donde aprendió el arte de la política como pocos novicios políticos entonces.

Chicago, empero, nunca pudo suplantar al carácter moral de Obama, formado en la cultura del esfuerzo y perseverancia de una familia que llegó hasta los confines del país en la búsqueda del eterno bienestar.

A ello se sumó el amor que recibió de sus allegados, en particular de su madre Ann y Madelyn Dunham o Toot, su abuela, las dos mujeres que más influencia tuvieron en su vida antes de conocer a Michelle, su esposa.

Obama ha reconocido en reiteradas ocasiones la influencia que su madre y abuela tuvieron en su vida, para explicar cómo pudo crecer como un niño mestizo, librar sin dolor la batalla interna en busca de su identidad, y entender mejor el rostro social de su país.

-La gente tiene éxito porque son amados y se pide mucho de ellos, no porque sean negros o blancos, dijo la escritora Shelby Stelee al explorar el sentido de identidad de Obama.

Como hijo de un matrimonio birracial, la niñez de Barack Obama transcurrió empero sin el referente que lo reafirmara.

Después que su padre los abandonó a él y su madre, Obama creció y vio el mundo desde la perspectiva de los blancos, pero con un sentido de responsabilidad y perseverancia inculcado sobre todo por su madre, que a decir de muchos fue una manifestación de su condición social.

El futuro presidente ha recordado cómo, mientras residían en Indonesia, su madre lo despertaba a las cuatro de la mañana para repasar las lecciones de inglés.

Aunque los dos vivieron juntos por 12 años, y la mayor parte de su adolescencia ella estuvo con frecuencia ausente, las lecciones de vida y su juicio quedaron para siempre en su memoria.

El recuerdo de su padre, sin embargo, también ha estado presente, como lo reflejó en sus escritos titulados Sueños de mi Padre, aunque siempre visto como una figura distante.

No obstante, Obama ha recurrido a su experiencia como un niño que creció sin su padre para establecer puentes de entendimiento que en ocasiones le han valido críticas.

Durante la campaña, Obama generó reacciones encontradas durante un discurso el Día del Padre donde llamó a los jóvenes afroamericanos a adoptar una actitud de mayor responsabilidad, ante la elevada tasa de nacimientos fuera de matrimonio entre los jóvenes afroamericanos.

-Necesitamos que los padres se den cuenta que la responsabilidad no termina en la concepción. Necesitamos que se den cuenta que lo que te hace un hombre no es la capacidad de tener un hijo, es el coraje de criarlo, precisó entonces.

Las declaraciones generaron una ruda respuesta del reverendo Jesse Jackson, quien lo acusó de denigrar el carácter de los afroamericanos, aunque después ofreció disculpas.

De manera similar, Obama generó reacciones de condena por grupos opuestos al aborto después de una declaración en marzo pasado que fue interpretada como una convalidación de esta práctica.

-Les voy a ensenar primero sobre valores y moral, pero si cometen un error, no quiero verlas castigadas con un bebé, dijo Obama al referirse a la posibilidad de que cualquiera de sus hijas, Sasha o Malia, pudieron quedar embarazadas antes del matrimonio.

Obama generó denuncias infundadas por lo difuso con que muchos vieron sus antecedentes religiosos.

Determinar cuál es su verdadera fe religiosa consumió parte del proceso de las primarias y la campaña presidencial, y fue utilizado por algunos para avivar temores falsos, cuando fue acusado incluso de profesar en secreto como musulmán.

-Entender quién es Barack Obama es entender nuestros tiempos. Entender quién es religiosamente, significa entender las tendencias religiosas que están dando forma nuestra sociedad, dijo Stephen Mansfield, autor del libro La Fe de Barack Obama.

Aunque Obama ha dejado en firme su fe cristiana, lo ha hecho sin el apasionamiento o la visión social que permean en la mayor parte del movimiento religioso afroamericano, moldeado en gran parte en los días del movimiento de los derechos civiles.

Aún en las salas de oración, Obama ha promovido el sentimiento práctico de la religión, como lo ha hecho en la arena política.

-Necesitamos abrazar a Cristo porque tenemos pecados que lavar, porque se es humano y porque necesitamos un aliado en este difícil viaje, durante uno de los sermones pronunciados en Chicago poco después de haber anunciado su separación de la Iglesia.

Para Mansfield y otros estudiosos del fenómeno Obama, esta visión simple de la religión, sin apasionamientos ni sectarismo refleja una actitud pragmática que quedó evidenciada de manera plena durante su campaña y que se espera lleve a la Casa Blanca.

OBAMA CUMPLE EL SUEÑO DE MARTIN LUTHER KING

Por Joan Cañete Bayle

WASHINGTON

Tenía razón cuando lo dijo. Su rostro no se parece en nada a los de "esos otros presidentes de los billetes de dólares".

Nacido en Hawái, criado en las islas e Indonesia, de padre keniano y madre de Kansas, mulato por tanto pero a la vez el primer negro en plantarse a las puertas de la Casa Blanca , con educación de Ivy League y formación profesional en lo más duro de Chicago.

No, Obama no se parece a los presidentes que aparecen en los billetes, pero este hecho, que cuando anunció su candidatura a la Casa Blanca parecía el mayor de sus inconvenientes (¿cómo va a ser un negro presidente de EEUU?), ha acabado convirtiéndose en la mayor de sus ventajas: sin necesidad de que abriera la boca, Obama ya simbolizaba por sí mismo el cambio por el que suspira este país.

Ann Dunham nació en Wichita, en esa Kansas puramente conservadora que con el tiempo se convirtió en la hebilla indispensable del cinturón de la Biblia de EEUU. Pero Dunham no era una hija tradicional de Kansas.

En la Universidad de Hawái conoció a Barack Hussein Obama, un estudiante keniano musulmán que se declaraba ateo. Se casaron y juntos tuvieron a Barack Hussein Obama, nacido el 4 de agosto de 1961.

Dos años después, la pareja se divorció, y el padre de Obama regresó a África y murió en un accidente de automóvil, en 1982. En medio, Obama solo vería a su padre una vez, a los 10 años.

De esa figura paternal inexistente pero por eso siempre presente y lo que significa para él y su identidad surgiría años después Sueños de mi padre, su primer libro, escrito cuando aún no era quien ahora es, y por eso mismo de una sinceridad y una calidad inhabituales en las obras de políticos.

Mujeres fuertes

La biografía de Obama está marcada por unas figuras femeninas fuertes. Ann –que murió de cáncer de ovarios en 1995– es la primera.

Tras su divorcio, se casó con el indonesio Lolo Soetoro, y la familia se mudó a Yakarta, donde Obama vivió hasta los 10 años, edad en la que regresó a Hawái para ser criado por la segunda gran mujer de su vida: su abuela, Madelyn Dunham, fallecida el lunes.

Mientras Obama pasaba de la infancia a la adolescencia, se convertía en un más que aceptable jugador de baloncesto y coqueteaba con la cocaína y la marihuana con sus amigos, su madre iba y venía de Indonesia.

Acabado el instituto, empieza una etapa clave en la formación de Obama: hasta 1988, vivió en Los Ángeles y Nueva York, donde cursó estudios

universitarios (se especializó en relaciones internacionales en la Universidad de Columbia), pero sobre todo trabajó como asistente social en las zonas más degradadas y con mayor carga racial de Chicago.

1988 fue el año en que Obama empezó a tomar el camino que le ha llevado a un paso de la Casa Blanca. Fue entonces cuando entró en la facultad de Derecho de Harvard y, a los dos años, fue elegido director de su prestigiosa revista.

Eso le granjeó sus primeros titulares periodísticos, al ser el primer negro en conseguirlo.

También sirvió para empezar a intuir que el político Obama no sería un político negro como los demás.

Sus compañeros de entonces recuerdan que él no ejerció su cargo desde un punto de vista de identidad negra, lo que con el tiempo se convertiría en una de las características principales de Obama como figura pública.

Instalado en Chicago

En los tiempos de Harvard, la vida de Obama ya estaba centrada en

Chicago. En 1989 se casó con Michelle, brillante abogada, la tercera gran mujer de su vida, con la que tiene dos hijas. Obama ha dicho en muchas ocasiones que Michelle, entre otras muchas cosas, le sirve para que su ego y su ambición no se desborden.

Porque ya entonces el joven Obama empezó a cimentar su carrera

política en un entorno tan complejo como es la política de Chicago.

Era un Obama que trabajaba de abogado tras doctorarse cum laude en Harvard y que frecuentaba los círculos demócratas más izquierdistas.

Pero, a la vez, supo cómo trabajarse la maquinaria de su partido en la ciudad, paso previo imprescindible para aspirar a un cargo público.

En 1997 se convirtió en senador del estado de Illinois, cargo que revalidó en dos ocasiones hasta el 2002.

En el 2000, perdió las elecciones a la Cámara de Representantes nacional. Pero en el 2004 ganó la carrera al Senado de EEUU y se trasladó a Washington. Ese Obama ya tenía muy claro su objetivo.

La convención demócrata del 2004, la que coronó a John Kerry para acabar perdiendo contra George Bush, es recordada por su emocionante discurso, en el que presentó en sociedad uno de los pilares que lo han llevado al umbral de la Casa Blanca : la esperanza de cambiar mediante la unión de todo el país tantas y tantas cosas que no funcionan en este perplejo y agotado EEUU del siglo XXI.

Ese fue el tema de uno de sus mejores discursos de esta campaña, el de la victoria tras el caucus de Iowa.

Esta idea de unión y de trabajo conjunto frente a las adversidades surge de su experiencia como asistente social en Chicago.

Esa ciudad, hogar por opción del que hasta que llegó era un trotamundos, marca a Obama. Allí aprendió a hacer política, allí sentó la cabeza, allí se enamoró y fundó su familia y allí, en sus propias palabras, encontró la religión.

Su padre era musulmán, aunque no creyente, al igual que su padrastro, mientras que su madre y sus abuelos no eran creyentes.

En Chicago conoció de primera mano la labor social de las combativas iglesias negras, y acabó en la Trinity United Church of Christ, donde en 1988 se bautizó, se casó y bautizó a sus hijas.

Por eso tener que renegar públicamente del reverendo Jeremiah Wright durante la campaña electoral fue un trago tan amargo para Obama, aunque como es habitual en él lo aprovechó para ofrecer un inspirado discurso sobre la cuestión racial en EEUU.

El liderazgo negro

En Chicago también vio Obama un ejemplo que no iba a seguir: el de Jesse Jackson.

De hecho, los históricos líderes de la comunidad negra nunca han visto con buenos ojos a Obama, defensor de un pragmatismo que sostiene que insistir en las reivindicaciones de los negros solo logra separar a los blancos con quienes tienen objetivos comunes.

Si los negros tienen problemas de sanidad, argumenta Obama, hay que

cambiar el sistema en su globalidad, lo cual favorecerá a todos.

Lo importante son los problemas, no la identidad de a quienes afectan.

Esta visión, que tanto ha contribuido a que en su carrera lo hayan votadomuchos blancos, nace de su experiencia personal.

Obama tiene seis parientes directos de la parte keniana de su familia, y una hermanastra indonesia fruto de las segundas nupcias de su madre. A eso hay que añadirle la familia blanca de Kansas de su madre.

Una ONU en miniatura, como a veces ha bromeado Obama, que contribuye a la imagen de modernidad, mestizaje y cambio que tan atractiva resulta sobre todo entre los segmentos más jóvenes del electorado.

Y es que Obama, por su biografía, es a la vez mensaje y mensajero del cambio que anhela EEUU.

MANDA OBAMA, INSPIRADO EN LINCOLN Y MANDELA

Nacido de un padre negro como un carbón y de una madre blanca como la leche, Barack Hussein Obama llega a la presidencia de Estados Unidos convencido de que es posible rescatar a su país de la larga oscuridad política en que, en su consideración, lo sumió George Bush.

Un atardecer en Hawai, Barack Hussein Obama, padre del presidente electo de Estados Unidos, estaba en un bar tomándose unas copas con su suegro y algunos amigos universitarios cuando un hombre blanco le espetó el insulto más grave, más hiriente, más políticamente incorrecto que existe en el inglés estadounidense.

Le llamó nigger, algo así como negrata, pero con una cuota de desdén multiplicada por cien, ya que fue el apelativo con el que se denigraba a los esclavos en el siglo XIX. Concretamente, el hombre blanco declaró que no quería tomarse un trago al lado de un nigger.

Obama era conocido como un hombre orgulloso y se esperaba una pelea. Más aún cuando éste se dirigió con pasos firmes hacia su agresor.

Pero no. Obama se plantó frente al hombre con una sonrisa y procedió a darle una serena y erudita clase de civismo.

Citó la declaración universal de los derechos humanos, le recordó los ideales en los que se basaba el sueño americano y le explicó que la intolerancia, más que una grosería, era una estupidez.

El hombre blanco se sintió tan mal que no sólo le pidió efusivas disculpas sino que soltó un billete de cien dólares y les pagó todas las copas y la comida a él y a sus amigos.

Hay motivos para pensar que, en circunstancias parecidas, el hijo de aquel Obama haría lo mismo. La anécdota aparece en la autobiografía de Barack Hussein Obama, Los sueños de mi padre, un libro que, como el título sugiere, rebosa fascinación por la figura paterna.

Obama apenas conoció a su padre, nacido en Kenia, ya que éste abandonó a la familia en Hawai y se divorció de su mujer para irse a estudiar a Harvard cuando el pequeño tenía dos años.

Sólo se verían una vez más en la vida. Pero el viaje de autodescubrimiento que narra el libro pasa por una exploración minuciosa del padre, una especie de trabajo de detective que concluye con interrogaciones a fondo de sus medio hermanos, primos, tíos y abuela durante su primer viaje a Kenia, a los 26 años.

Lo que queda claro hoy es que Obama ha heredado, y también conscientemente emulado, las virtudes de su padre, sin dejar de sacar las lecciones debidas de una tendencia terca y autodestructiva que lo condujo a la depresión, a la bancarrota, al alcoholismo y a la muerte -a los 46 años- en un accidente de coche.

El comandante en jefe número 44 de la historia de Estados Unidos posee la inteligencia, la calma y el aplomo de la mejor versión de su padre.

A tal punto que ni sus adversarios más tenaces lo niegan. Charles Krauthammer, célebre columnista neoconservador del "Washington Post", ha llegado a escribir que Obama goza de -una inteligencia de primera y un temperamento de primera.

Pero posee una cualidad incluso de más calado que la exhibida por su padre en aquel bar de Hawai y por él mismo durante y después de la campaña presidencial, que será la que definirá su presidencia: un profundo instinto reconciliador.

Hay dos categorías de políticos: los que llegan al poder y gobiernan a partir de la división, apelando al tribalismo inherente a la especie -la inmensa mayoría-, y los unificadores, los grandes, los que trascienden su época, como las figuras históricas más admiradas de las dos culturas que han forjado a Obama: Abraham Lincoln y Nelson Mandela, modelos reconocidos por él mismo.

La fe en que lo logre resume la esperanza global que ha despertado Obama de que, tras ocho años de infamia y por primera vez desde tiempos de John Fitzgerald Kennedy, Estados Unidos vuelva a aportar de manera explícita y activa su fuerza y su peso moral para la creación de un mundo mejor.

Es difícil concebir dos individuos más diferentes que Barack Hussein Obama y el presidente saliente, George W. Bush. Este último nació en el seno de una familia perteneciente a la aristocracia adinerada del noreste de Estados Unidos.

Su padre fue, sucesivamente, jefe de la CIA, vicepresidente y presidente de Estados Unidos. George W., la oveja negra de la familia, fue un estudiante vago que ingresó en Yale gracias a las conexiones familiares y pasó su juventud oscilando entre la borrachera y el despilfarro, sin demostrar jamás la menor curiosidad por el mundo que lo rodeaba, mucho menos el mundo mundial.

Hasta que a los 40 años cambió el alcohol por el evangelismo cristiano.

Lo más notable que había hecho hasta aquella epifanía religiosa, el impulso divino que le hizo el favor a la humanidad de lanzarlo a la política, había sido estrellar el coche de su padre tras una noche de juerga en el acomodado barrio de Georgetown, en Washington.

Símbolo desde que nació

Obama, recién llegado al mundo en 1961, ya era un iconoclasta: un símbolo, llevado a extremos impensables, de reconciliación racial.

En una época en la que el Ku Klux Klan seguía linchando y en varios estados de Norteamérica todavía era ilegal tener relaciones sexuales interraciales, Obama nació en Honolulú de un padre negro como el carbón y una madre blanca como la leche, como él mismo los describe en Los sueños de mi padre.

Cuando tenía seis años, su madre, Ann Dunham, se casó con un ingeniero indonesio musulmán (la misma religión que practicaba el abuelo paterno de Obama) y se trasladaron a Yakarta. Obama, que en seis meses ya hablaba el indonesio, jugaba todos los días en las calles de la bulliciosa ciudad con los niños más humildes y allí se acostumbró a comer, entre otras delicias locales, carne de perro y de serpiente y grillo asado. Con 10 años consiguió ingresar en el mejor colegio de Honolulú, lo cual lo obligó a dejar atrás su hogar familiar en Yakarta e ir a vivir con los padres de su madre.

Él era un simpático veterano de la Segunda Guerra Mundial venido a menos; ella, una disciplinada empleada de banco que aportaba más que su marido a la economía familiar.

Obama fue a la universidad en California y después en Nueva York, consiguió trabajo como activista comunitario en los barrios más pobres y más violentos del sur de Chicago e hizo una gira de cinco semanas por Kenia, donde conoció a su extensa familia paterna y visitó los lugares donde su padre pastoreaba cabras de pequeño y donde su abuelo cocinaba y limpiaba las casas de los oficiales coloniales británicos.

Obtuvo una beca para estudiar Derecho en Harvard -allí fue el primer hombre negro en ser elegido presidente de la prestigiosa revista Harvard Law Review- y volvió a hacer política de barrio en Chicago.

A los 33 años completó algo inimaginable para George W. Bush y para muy pocos políticos de cualquier época y cualquier lugar: escribió su autobiografía, un libro que se caracteriza por una redacción impecable, una penetrante capacidad de autorreflexión y una generosa sensibilidad hacia los demás.

Catorce años después, tras breves etapas representando al Partido Demócrata en el Senado estatal de Illinois y el nacional de Washington, ha concluido los capítulos iniciales de una historia que apenas comienza con lo que él ha llamado el improbable desenlace de ser elegido, por sustancial mayoría y envuelto en un fervor público no visto desde tiempos de John Fitzgerald Kennedy.

Lo tenía todo en su contra y sus rivales republicanos lo sabían. Lo acusaron de todo. De ser radical, socialista, marxista, musulmán, amigo de terroristas y antiamericano.

Como dijo un columnista de la revista New Yorker, el futuro presidente -será un hombre cuyo primer nombre es una palabra en swahili derivada del árabe (significa ´bendición´), cuyo segundo nombre no sólo es el de un nieto del profeta Mahoma sino también el del blanco original de una guerra sin terminar que empezó Estados Unidos y cuyo apellido rima bien con Osama.

-Ése no es un nombre, es una catástrofe, por lo menos en la política americana, agregaba el columnista.

Sin embargo, Obama ha logrado transformar la aparente catástrofe en un triunfo histórico, convirtiendo su mestizaje en símbolo de optimismo y unificación. Como todo gran político, posee el don de la persuasión.

Por eso hay tanta gente dispuesta a creer su grandilocuencia cuando define su misión de la siguiente manera: -Una nación curada. Un mundo reparado. Una América que vuelve a creer.

Lejos de albergar resentimiento hacia su país adoptivo, característica hasta hoy de una buena parte de sus compatriotas negros, Obama es un patriota.

Lo declaró con convicción en el discurso que lo propulsó a la fama, durante la convención presidencial demócrata del 2004: -Me presento aquí hoy agradecido por la diversidad de mi patrimonio... sabiendo que mi historia es parte de una historia americana más grande, que estoy en deuda con todos aquellos que me precedieron y que en ningún otro país del mundo mi historia sería ni siquiera posible.

Obama ha vuelto a recordar a todo el mundo los motivos por los cuales Estados Unidos ha sido históricamente digno de admiración, hasta -la larga oscuridad política en la que se había perdido, como él mismo definió en aquel mismo discurso los primeros cuatro años del mandato de Bush.

Lo que está por verse es si seguirá ganándose la admiración mundial tras instalarse, el próximo 20 de enero, en el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Hay muchos escépticos, especialmente de izquierdas, que dudan de la capacidad de Estados Unidos de observar al resto del mundo a través de otra óptica que no sea la imperial, independientemente de la identidad o la retórica del presidente. Y es verdad que en la política exterior de Estados Unidos, como en la de cualquier país, están los intereses primero y después -en el mejor de los casos-, los amigos.

La diferencia ahora es que Obama, más que cualquier otro presidente que lo haya precedido, conoce el imperio desde adentro y desde afuera; es capaz de ver a su país desde el punto de vista de un patriota convencido y desde el de un extranjero crítico.

En este sentido, tiene por lo menos tanto que agradecer a su madre como a su padre.

En una entrevista, Obama se refirió a su madre como -la figura dominante de mi juventud, los valores que me enseñó siguen siendo mi piedra de toque en el mundo de la política.

Ann Dunham, que murió de cáncer a los 53 años y nunca dejó de estar enamorada del padre de Obama, sería una mujer atípica hoy en un país en el que la proporción de matrimonios entre blancos y negros es mucho menor que en Europa occidental; pero cuando esta hija de un soldado, nacida en Fort Leavenworth (Kansas) durante la Segunda Guerra Mundial , se casó con Barack padre a los 18 años tras conocerlo durante una clase de ruso (¡de todos los idiomas posibles en plena Guerra Fría!), era una aberración.

Poco más normal fue casarse después con un indonesio, mudarse a su país y procurar que su hijo no sólo se empeñe a fondo en el colegio sino que se integre de lleno en una cultura extraña.

Como cuenta Obama en su autobiografía, su madre le enseñó durante su infancia asiática una lección que recordaría durante toda su vida: -A desdeñar aquella mezcla de ignorancia y arrogancia que con demasiada frecuencia caracterizaba a los americanos en el extranjero.

Su condición de negro parcialmente desheredado en un país en el que hasta su aparición pública los matices raciales no han tenido palabra propia (los hijos que Thomas Jefferson tuvo en el siglo XVIII con una mujer esclava eran negros, como todos los que han nacido desde entonces con sangre africana) le ha dado también esa perspectiva de outsider, de individuo que ve Estados Unidos desde afuera, lo cual alimenta las esperanzas de William Greider, el decano del pequeño núcleo de observadores progresistas residentes en Washington, de que Obama lleve a cabo un giro radical en la política exterior de Estados Unidos.

-Lo que el auge de China y la India y Brasil nos señala es que estamos entrando en una fase radicalmente nueva de las relaciones entre Estados Unidos y el resto del mundo, una fase que requerirá una buena dosis de humildad, dice Greider, anteriormente columnista de Rolling Stone y hoy principal comentarista político de la revista de izquierdas The Nation.

-Ahora, al ver cómo nuestro poder decae y llegan tiempos de decepción y dolorosos ajustes, tendremos que elegir entre la respuesta de siempre -´Es la culpa de los chinos y los musulmanes y los demás extranjeros´- o la respuesta sensata, que consiste en reflexionar un poco y evaluar hasta qué punto nuestros problemas los hemos creado nosotros mismos.

Greider confía en que Obama entienda esto, pero lo que no tiene tan claro es si le resultará políticamente factible llegar hasta el extremo de cuestionar aquel concepto -de manifiesta superioridad, de que somos la mejor esperanza para el mundo, de que nuestro papel natural consiste en dirigir el destino del planeta, que está tan arraigado en el ADN nacional, sin excluir a nuestros diplomáticos y a la prensa seria.

Greider, un admirador de Obama, espera que el nuevo presidente se atreva algún día a violar este tabú, lo cual dependería en gran parte del grado de liderazgo moral que llegara a consolidar sobre sus conciudadanos.

Pero reconoce que hoy por hoy sería aconsejable que la izquierda americana, como la mundial, templara sus expectativas de cambio radical, que aceptara que Barack Obama no va a ser, ni mucho menos, Hugo Chávez.

Lo que sí se puede esperar con bastante certeza, dice Greider, es que se acabe con -aquella grosería y estupidez que ha definido la particular mezcla de arrogancia e ignorancia que ha sido marca de la casa en la era Bush.

Para empezar, la malograda guerra contra el terror cambia instantáneamente de carácter sin que Obama tenga que abrir la boca y mucho menos tomar nuevas medidas.

En el ámbito de mentes y corazones ya hay una batalla ganada.

Ya no va a ser tan fácil para los propagandistas de la Yihad pintar a Estados Unidos como la tierra del Gran Satán cuando su presidente tiene el nombre que tiene y su abuelo se convirtió al islam, entre otras cosas porque, según le explicó un día a su esposa, no lo convencía esa peculiar idea cristiana de amar a los enemigos.

Sin embargo Obama, cristiano practicante, sí pretende hablar con ellos.

Ha expresado su deseo de dialogar con Irán y con Siria sin condiciones; ha dicho que en Afganistán su política combinará la fuerza militar con el intento de buscar lo que sus asesores llaman focos de reconciliables, gente relativamente moderada en su compromiso ideológico, entre los combatientes talibanes; ha declarado repetidamente que piensa extraer el grueso de las tropas estadounidenses de Irak, posiblemente dejando atrás algunos asesores militares, en un plazo de 16 meses, y ha expresado su convicción de que la mejor forma de evitar otro Irak u otro Afganistán no es la intervención militar cuando resulta demasiado tarde sino la inversión económica antes de que afloren los peligros terroristas.

No será gandhi, pero...

Y aunque Obama tampoco es Gandhi ( -No me opongo a todas las guerras, ha declarado, y también, -Mataremos a Ben Laden ), todo lo que ha dicho a lo largo de su carrera política sugiere que buscará establecer relaciones de respeto con todos los países que lo deseen y que su primer impulso no será, a diferencia del de Bush, disparar primero y hacer preguntas después.

Él mismo lo dijo, quizá recordando a su madre, en un discurso hace un año: -El no hablar con otros países no nos hace quedar como gente dura; nos hace quedar como arrogantes.

Desde la muerte de su madre en 1995 y la de su abuela materna el día antes de que ganara las elecciones presidenciales, la persona de su familia con la que tiene más intimidad, y a la que más se parece, es su media hermana keniata Auma, que ha vivido gran parte de su vida en Europa.

Auma Obama, que una vez le aconsejó que no entrara en política porque era un camino siempre decepcionante, afirmó a The New York Times el mes pasado que, si había una cosa en la que se podía confiar, era en que su hermano, al que definió como -una figura unificadora, "entablaría un diálogo con el mundo".

Ya lo está haciendo con su propio país. Nada de lo que ha hecho hasta hoy ha demostrado de manera más convincente su confianza en sí mismo y la vitalidad de su instinto reconciliador que -el equipo de rivales -citando el título de un libro sobre Abraham Lincoln que ha influido mucho en Obama- con el que se ha rodeado en su futuro gabinete.

Guiado más por el pragmatismo (cualidad imprescindible del reconciliador) que por las deudas contraídas y las habituales fijaciones partidistas, Lincoln eligió a los individuos más brillantes de su generación, independientemente de sus filiaciones políticas o del hecho de que algunos de ellos habían sido, hasta hacía muy poco, sus enemigos políticos.

Obama explicó el origen intelectual de su propio pragmatismo en su segundo libro, un tratado titulado La audacia de la esperanza y publicado en el 2006.

Ahí escribe: -Creo que cualquier intento de los demócratas de seguir una estrategia duramente partidaria o ideológica significa no entender el momento político que estamos viviendo. Estoy convencido de que, cuando exageramos o demonizamos o simplificamos el argumento, perdemos. Cuando rebajamos el tono del debate público, perdemos. Porque es precisamente la búsqueda de pureza ideológica, la rígida ortodoxia y la total previsibilidad del actual debate político lo que impide el descubrimiento de medios nuevos para afrontar los retos que tenemos como país.

Dicho y, planteada la prueba, hecho. No ha llegado al extremo de nombrar para su gabinete a Sarah Palin, que declaró con toda la razón del mundo ante sus enfervorizados correligionarios durante un mitin en Florida que Obama no era un hombre -que ve América como vosotros y yo la vemos, pero sí ha cogido al toro Clinton por los cuernos al nombrar a Hillary, su tenaz rival a la candidatura demócrata a la presidencia, para el puesto clave en política internacional de secretaria de Estado. Robert Gates, el secretario de Defensa, es un republicano que fue nombrado por Bush en diciembre del 2006 y que seguirá en su puesto con Obama.

El equipo para enfrentar la grave crisis económica que indudablemente representará el reto inmediato más importante de Obama está compuesto por un tridente que aun una conocida figura de la derecha washingtoniana, Sebastian Mallaby, del Council on Foreign Relations, no ha dudado en calificar de absolutamente brillante.

Los antecedentes de Larry Summers, Timothy Geithner y Paul Volcker demuestran más simpatía demócrata que republicana, pero los tres son conocidos ante todo como individuos de fuerte personalidad que no dudarán en entrar en conflicto con Obama si lo creen oportuno.

-Ahora hay un consenso total de que hay que incrementar el gasto público, dice Mallaby, un experto en economía que conoce bien a los tres, -pero podemos estar seguros de que gente como Summers presionará a Obama, más temprano que tarde, para reducir el déficit, aunque esto sea a costa de programas de bienestar público que Obama quizá querría fomentar.

Otra persona que estará muy cerca de Obama y con la que es seguro que tendrá discrepancias de criterio es el nuevo ocupante del puesto de asesor de seguridad nacional, es decir, el jefe de política internacional dentro de la Casa Blanca. James Jones, un formidable ex general marine de 65 años, tiene un vasto conocimiento en el terreno político militar dentro y fuera de Estados Unidos.

No ha delatado simpatías partidistas hasta la fecha y tal es la admiración que provoca su currículum que John McCain, el candidato presidencial republicano y ex militar, intentó infructuosamente reclutarlo para su causa electoral.

La crítica más habitual que se le hace a Obama, y la que le lanzaron con más frecuencia tanto Hillary Clinton como John McCain durante las dos fases de la campaña presidencial, es que, a sus 47 y con apenas cuatro años servidos en Washington, le falta experiencia para gobernar.

Ni él ni sus más fanáticos admiradores lo niegan, aunque señalan (cosa que reconocen figuras de la derecha como Charles Krauthammer y Sebastian Mallaby) que su campaña fue un modelo de disciplina y efectividad comparada con las caóticas campañas que llevaron a cabo los veteranos Hillary Clinton y John McCain.

Lo que demuestran sus nombramientos para el futuro Gabinete, en otra opinión muy generalizada en Washington, es que tiene buen juicio y no teme rodearse de subordinados notablemente más experimentados que él e incluso, posiblemente, más inteligentes.

El gabinete de Obama tiene que ser uno de los más sesudos de la historia. De los 36 individuos nombrados hasta la fecha (el más reciente fue el premio Nobel de Física Steven Chu como secretario de Estado de Energía) la mitad tiene títulos de posgrado de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos.

Esto demuestra, una vez más, la tremenda confianza que tiene en sí mismo y que expresó en privado hace cuatro años a una amiga y colaboradora política cercana, Valerie Jarrett. Aún no era senador, pero confesó que su ambición era ser presidente.

Lo recuerda Jarrett: -Me dijo: ´Es que creo que tengo unas cualidades especiales y que sería una pena desperdiciarlas. Me dijo: ¿Sabes? Creo que tengo algo.

No siempre tuvo las cosas tan claras.

Tras una infancia variopinta y sin complejos en Indonesia y en el alegre limbo de Hawai (-Era demasiado joven -escribe en su autobiografía- para saber que necesitaba una raza), se sumergió en el drama afroamericano a través de los guetos de Chicago.

Al no tener alternativa social a ser clasificado como negro, se puso a estudiar a personas de su raza en Chicago que no eran inmigrantes o hijos de inmigrantes, como él.

Lo que aprendió no lo llenó de felicidad.

Todos delataban, en mayor o menor medida, la carga de angustia histórica que arrastran los descendientes afroamericanos de los esclavos, una carga que los distingue (con la excepción de los indios americanos) del resto de la población de Estados Unidos, país que se define por el optimismo del inmigrante, con su energía y ganas de forjarse una vida mejor; no importa que su país de origen sea Inglaterra, Polonia, México, Egipto o Kenia.

Los afroamericanos no inmigrantes, como la esposa de Obama, Michelle Robinson, pertenecen al único grupo que no vino a Estados Unidos de manera voluntaria.

-Ha sido como transitar por la vida con una cadena y una bola de hierro atados al tobillo, explicó Jim Coleman, que tiene menos motivos que la mayoría de personas de raza negra para sentirse agraviado.

Coleman es profesor de Derecho en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte.

Se identifica con Obama, con quien comparte ciertas ventajas en la vida como, por ejemplo, haber ido becado a un buen colegio cuando era niño y después estudiar en Harvard.

-Pero por bien que te haya ido, como negro en este país no has podido entender las relaciones sociales sin mirarlas a través del eterno prisma de la raza, dijo Coleman.

-Por eso incluso gente como yo, que hemos triunfado, nos hemos sentido como transgresores, como gente que nunca acabó del todo de pertenecer -o de ser admitida- a este país.

Si Coleman antes se sentía o se imaginaba que los blancos lo veían como un ciudadano de segunda clase, el triunfo electoral de Obama ha representado para él, como para millones de afroamericanos, un salto a primera.

-Es, ni más ni menos, una liberación. Esa angustia ancestral, esa cadena que arrastrábamos: adiós. ¡Fuera! Sentimos el país como nuestro también, por fin. Ya no estamos afuera mirando para adentro, porque dentro de la Casa Blanca vivirá una familia negra, igual que las nuestras. Obama nos ha hecho sentir, de la noche a la mañana, que somos americanos al cien por cien. Tendremos problemas como país, claro, pero la gran y mágica diferencia es que ahora los enfrentaremos todos juntos.

Sentimientos muy parecidos se han oído desde la victoria de Obama el 4 de noviembre de infinidad de personas negras, de todas las edades y toda la gama social.

Esa liberación mental que han experimentado los descendientes de los esclavos, sumada a un más sutil fenómeno de casi equivalente importancia, la oportunidad implícita que han aceptado los blancos para pedir perdón a sus compatriotas negros por los pecados de sus padres, representa ya una hazaña histórica. Aunque no lograra nada más Obama durante su presidencia, eso ya tendrá una repercusión duradera.

Pero el demócrata quiere que se lo mida por mucho más.

La promesa de cambio fue su eslogan electoral. Habla continuamente de la necesidad de regenerar el país y el mundo, de reparar los daños causados durante ocho años de Bush, a cuyo gobierno Obama ha acusado de actuar con una "espectacular irresponsabilidad".

Ante tanta esperanza en Washington, donde se respira un aire de euforia a pesar de la crisis económica, existe, según las cabezas pensantes de izquierda y derecha, una gran duda: si el punto más fuerte de Obama acabará siendo el más débil; si su afán reconciliador y su necesidad de consenso lo conducirán a la parálisis; si tendrá las agallas, tras acumular tantísimo capital político, como lo expresó Sebastian Mallaby del Council on Foreign Relations, de gastarlo.

Si acabará siendo no Obama, sino Obambi.

Cass Sunstein, profesor de Derecho en Harvard, conoció a Obama durante sus años estudiantiles.

Lo define como un hombre que pretende cumplir grandes objetivos ofendiendo los valores del menor número de personas. -Pero también creo -dice Sunstein- que tiene la convicción de que, si uno asimila los valores e ideales de sus contrincantes, si uno demuestra respeto por ellos, es posible dar pasos mayores que los que uno se podría haber imaginado.

Demostrar respeto a la gente significa, en un importante sentido, escucharla con atención.

Un veterano economista de Washington que hizo una presentación el mes pasado a Obama y a cuatro miembros de su equipo observó que durante las dos horas y media que estuvo con él, el político habló, como mucho, el diez por ciento del tiempo, -A diferencia de Clinton, que en las mismas circunstancias hubiera hablado la mitad del tiempo, explicó el economista. Frank Luntz, un conocido estratega republicano, tiene la misma impresión.

-El típico político se impone a la gente con el objetivo de obligarla a prestarle atención, dijo Luntz. -Obama es más reflexivo. No empuja. Tiene un aire relajado que atrae. Eso es tan poco usual....

En otras palabras, sigue el consejo de Tom Daschle, el líder demócrata en el Senado, de que -la mejor forma de persuadir es con las orejas.

Lo hizo en la primera campaña política de su vida, en la que acabó siendo elegido presidente de la Harvard Law Review.

Ganó gracias a los votos conservadores. No estaban de acuerdo con él, pero la sensación de que los escuchaba de verdad y los tomaba en serio resultó decisiva a la hora de la votación.

Ocurrió algo muy parecido durante uno de los momentos más complicados de su campaña presidencial. Su larga asociación con Jeremiah Wright, el pastor negro que lo casó, se convirtió en un peligro mortal después de que salieran a la luz sermones en los que el reverendo expresaba un resentimiento que parecía rozar el racismo contra los blancos de su país.

Obama respondió el 18 de marzo en Filadelfia con el que muchos consideran el discurso más valiente de su vida. No hay nada más delicado en Estados Unidos que el asunto de la raza, pero lo que logró Obama aquel día fue colocarse por encima del debate, resumirlo y reconducirlo.

Sin asumir nunca una postura defensiva, sin negar la ofensa histórica contra los negros o que su rabia fuera legítima, reconoció también que algunos blancos podrían tener motivos para sentirse resentidos al ver cómo a veces la política de acción afirmativa daba a compañeros de trabajo negros o a jóvenes estudiantes negros ventajas negadas a los blancos por el color de su piel. -Declarar que los resentimientos de americanos blancos son racistas sin reconocer que tienen su origen en preocupaciones legítimas, esto también amplía la brecha racial y obstaculiza el camino al entendimiento mutuo.

Tras presentar el argumento, se postuló a sí mismo como emblema hecho carne del noble objetivo contenido en el prólogo a la primera Constitución , escrito hace 221 años, de crear una unión más perfecta.

-No puedo repudiar al reverendo Wright del mismo modo que no puedo repudiar a la comunidad negra, del mismo modo que no puedo repudiar a mi abuela blanca, que ayudó a criarme, que hizo un sacrificio tras otro por mí, que me quiere más que nada en el mundo, pero que una vez me confesó el miedo que sentía al cruzarse con hombres negros en la calle... Estas personas forman parte de mí. Y forman parte de Estados Unidos, este país que yo amo.

Fue quizá ése el momento en el que salvó su candidatura y ganó las elecciones presidenciales.

Despejó las dudas que podría albergar todavía la mayoría del electorado acerca de sus credenciales como patriota, surgidas de su condición de negro de padre africano, y convenció a todos -blancos, negros y de toda condición racial- de que hablaba por ellos y de que los entendía.

Recondujo el debate en el sentido de que señaló no a los blancos y a los negros como el enemigo que hay que vencer sino a la cultura corporativa de avaricia a corto plazo y a -las políticas económicas que favorecen a pocos a expensas de muchos.

Recto, cauteloso

Es en la economía, más que en política internacional o en cualquier otro terreno, donde los observadores de Washington creen que Obama marcará un antes y un después en la historia de Estados Unidos.

No es un hombre alevoso ni de una progresía temeraria.

Es recto, cauteloso, deliberado a la hora de tomar decisiones, tendiendo a conservador. A diferencia de Bill Clinton y George W. Bush, tuvo el coraje de reconocer que fumó marihuana en su juventud y consumió cocaína, pero hoy es un hombre de familia, abiertamente enamorado de su esposa, que va a la iglesia todos los domingos y da toda la impresión de haber rechazado explícitamente los excesos mujeriegos y alcohólicos de su padre.

David Axelrod, el principal estratega de la campaña de Obama, ha dicho que sería un error creer que "desde el punto de vista de los valores" ha concluido la era conservadora de Estados Unidos, la reacción al flower power de los años sesenta, que comenzó con la llegada de Ronald Reagan al poder en 1981.

Obama es lo que en Estados Unidos llaman un conservador cultural.

Pero desde el punto de vista económico, según dijo Axelrod, -no tenemos que elegir más entre una economía opresiva controlada por el gobierno y un capitalismo caótico que no perdona.

El gran legado de Reagan, que ni siquiera Bill Clinton pudo enterrar durante sus ocho años de presidencia, fue la idea de que la injerencia del gobierno en la economía es por definición mala, antiindividualista, antiamericana.

La actual crisis ha convencido incluso a George W. Bush de que ese prejuicio pertenece al pasado. Pero Obama lo ha tenido muy claro desde antes de que estallara la burbuja de Wall Street.

En una entrevista con Rolling Stone hace dos años declaró: -En África muchas veces ves que la diferencia entre un pueblo donde todo el mundo come y otro donde la gente se muere de hambre es el gobierno. Uno tiene un gobierno que funciona; el otro, no. Y por eso me molesta cuando oigo a gente como Grover Norquist (el intelectual neoconservador por excelencia) decir que el gobierno es el enemigo. No entienden el papel fundamental que el gobierno juega.

La esperanza de gente de la izquierda americana como William Greider es que, más allá de invertir fondos públicos en salvar los bancos y la industria del automóvil, Obama se enfrentará al enorme escándalo de un sistema de salud estadounidense que, a diferencia del de los demás países desarrollados, es incapaz de atender las necesidades elementales no sólo de los pobres sino de buena parte de la clase media.

-Ahora que el big government se ha vuelto cool, a ver si por fin vemos una reforma del sector sanitario para que tengamos, en vez de salud para sacar grandes ganancias, salud para todos, explicó Greider.

Queda pendiente la cuestión de si Obama tendrá la valentía de utilizar su capital político para tomar medidas que generen polémica y desgasten parte de su capital, que a su vez dependerá de su capacidad de mantener su popularidad personal en tiempos de profunda crisis.

Lo que sí tiene a su favor es aquella enorme confianza en sí mismo, cualidad -más allá de la arrogancia porque es inherente- que comparte con los dos grandes reconciliadores Lincoln y Mandela. Su padre africano fue su primer modelo, aunque muchas veces las lecciones que aprendió de él vinieran de segunda mano.

Fue su abuelo materno, el ex soldado, el que le contó cuando su padre se atrevió a cantar canciones africanas ante un gran público en un festival internacional de música de Hawai: -No era nada bueno, pero estaba tan seguro de sí mismo que la gente lo aplaudió.

El abuelo sacó la siguiente conclusión del desparpajo de su yerno: -Ahora, ahí hay algo que puedes aprender de tu papá: la confianza. El secreto del éxito de un hombre.

No le quedó más remedio que aprender la lección, primero en la cultura ajena de Indonesia con un hombre que no era su padre, después en Hawai sin padre o madre y después, en el inhóspito submundo de la Chicago pobre.

De ahí, vía Harvard y los senados de Illinois y Washington, llegó a decir en diciembre del 2004: -Me siento cómodo en mi propia piel. La gente ve una autenticidad en mí que va más allá de las barreras ideológicas. Me atengo a mis principios sin recurrir a trucos políticos baratos.

Eso lo ha demostrado durante una campaña presidencial cuya mesura y elegancia se contrastó de manera chocante con el cínico modelo republicano que patentó Bush e imitaron McCain y Palin y que consistió en apelar al más bajo denominador común: el miedo y la división.

Siempre se tuvo la sensación con Bush de que quiso ser presidente para exorcizar viejos complejos, para demostrar a su padre y a su madre que, pese a sus pocos auspiciosos comienzos, podía. Barack Obama, en cambio, declaró a principios del 2007, cuando decidió presentarse a la carrera para la Casa Blanca : -Sólo aspirar a ser presidente no es la mejor manera de pensar en el tema. Uno tiene que querer ser un gran presidente.

Las condiciones para serlo, las tiene. Y para serlo hoy, en la época de la globalización.

Dice su asesor, David Axelrod, que Obama -es la personificación de su propio mensaje, -es la visión de sí mismo.

Se refería a su condición híbrida. Hijo de madre blanca y padre negro, encarna la idea de que la reconciliación inherente a su persona se debe extender a Estados Unidos y al resto del planeta para intentar crear una más perfecta unión humana.

Lo veremos con nuestros propios ojos la primera vez que el Air Force One aterrice en un aeropuerto europeo, africano o asiático y emerja de la puerta del avión, sonriente y saludando, una pareja negra.

El pasado familiar de Obama, sus raíces intercontinentales, su capacidad de ver a su país desde adentro y desde afuera, lo convierten en el antídoto a la era Bush y en el prototipo ideal de presidente para un mundo sin fronteras.

En el día de asunción de Obama, Cristina reclamó el fin del bloqueo en Cuba
LAS SEÑALES DE CFK

N&P

La presidenta Cristina Kirchner consideró hoy que el cerco comercial que Estados Unidos mantiene alrededor de Cuba desde hace varias décadas -no se lo conoce en la historia del mundo.

-El mundo ha cambiado en forma definitiva y que parece que algunos no se han dado cuenta, dijo la Presidenta al cerrar la Segunda Ronda de Negocios entre la Argentina y Cuba.

La mandataria ponderó el -inmenso esfuerzo que fue para la sociedad cubana, para sus hombres y mujeres, poder alcanzar un desarrollo tecnológico de la magnitud que lo han hecho en circunstancias absolutamente adversas.

Y reclamó: -Esperamos que algunas barreras definitivamente se derrumben y puedan tener todos ustedes ese potencia económico, de conocimiento y político para desarrollar.

Entre los puntos que destacó durante su exposición, Cristina Kirchner sostuvo que -venimos a sostener la necesidad de la integración, de la asociación y de la cooperación sur-sur como uno de los elementos fundamentales para abordar los cambios en el mundo.

Pareciera que hubiera sido a propósito que CFK hubiera elegido postergar una semana (por presuntos temas de salud ) la visita a Cuba para coincidir en este dia - en que el mundo esta atento al nuevo Presidente de los EEUU - para hacer declaraciones desde el territorio de la revolucion cubana en su 50 Aniversario.

La visita oficial de la jefa del Estado concluia el miércoles 21 de enero, cuando estaba previsto su traslado, junto a la amplia comitiva que la acompaña, a Venezuela. Estará en el país que gobierna Hugo Chávez hasta el viernes próximo.

En el run run de los proximos dias en que todo el mundo hablara de los detalles y las primeras impresiones de la asuncion de Barack Obma, CFK se hara ver con el Comandante Chavez en Venezuela, seguramente dando declaraciones acerca del bloque del Unasur, mostrando un frente unido desapegado de los sucesos de la capital del imperio.

La jefa del Estado argentino tambien afirmó que Argentina y Cuba -tienen fuertes posibilidades de ser socios en buenos negocios que redunden en mejores beneficios para los nuestros pueblos.

Y añadió: -Hay que construir la sinergia entre ambos países para poder lograr más y mejores negocios.

Cristina Kirchner también señaló que la reunión con los cubanos -indica las fuertes posibilidades que tenemos argentinos y cubanos no sólo de ser amigos, sino de ser socios en buenos negocios que redunden en mejores beneficios para nuestros pueblos.

Tras la entrevista con Raúl Castro, Cristina Kirchner encaraba una jornada dominada por el contacto con empresarios.

El UNASUR es ya casi una potencia mundial si profundiza su proceso y en ese caso los EEUU deberan respetar su propia impronta, ya, desde otra posición que el de simple patio trasero que ya no quiere ser y no es, de hecho, ya no lo es.

N&P/

Fuente: La Nacion

Martes 20 de enero de 2009

Un espectáculo más grande que el del funeral del Papa
LA ASUNCION DEL PRESIDENTE TACITO DEL MUNDO

Por Orlando Barone

01/20/2009

Las mayores teleaudiencias del planeta suelen darse en los grandes funerales, los grandes magnicidios, los grandes encuentros olímpicos y en la asunción del presidente del país más poderoso.

Hoy se cumplirá ese concepto de récord colectivo.

El pensador Giovanni Sartori en su libro Homo videns, hace diez años, instalaba la idea de una humanidad teledirigida. De un

planeta atado y maniatado cada vez más por las leyes de la comunicación de masas. Sartori cita a la tragedia de Lady Di en el Puente del Alma, en 1997, como el hecho que más se globalizó a través de los Medios.

La historia todavía no había anotado otro hecho aún más propagado: la muerte del Papa Juan Pablo II en abril del año 2005. Su majestuoso funeral público acumuló un récord de más de la mitad de los habitantes del mundo atrapados por el majestuoso espectáculo de la ceremonia final de ese aspirante a santo.

Compiten luego en amontonamiento de masas las aperturas de juegos olímpicos y campeonatos mundiales de fútbol. Aquí en la Argentina el funeral de Evita, aquel primer 17 de octubre y la fiesta del mundial de 1978 son históricamente los tres espectáculos más espectaculares, aunque disímiles.

La muerte y la fiesta son las cosas que más nos convocan a juntarnos. El casamiento y el velorio.

Hoy Barack Obama, el aún no estrenado César del Imperio, atrae sobre si la unánime mirada del mundo.

Ni cerrar los ojos, taparse los oídos o encerrarse, exceptúan a nadie vivo de enterarse de que un hombre joven negro asume el liderazgo de los Estados Unidos y de modo implícito de toda la trama económica y política de los más de doscientos países que componen el mapa de la Tierra.

A Barack Obama se lo celebra y asocia espiritualmente a Lincoln, Luther King y Kennedy. Inquietante paradoja porque esos tres

grandes líderes norteamericanos murieron asesinados.

Miles de millones de seres somos congregados, más allá de nuestras voluntades y de nuestra ideología, a mirar, contemplar, adherir o rechazar este acontecimiento planetario.

Y tan contradictorio que unirá en esa atracción centrípeta a los seres más adversos y distantes de las sociedades del mundo. Es como una unidad temática y como una fraternidad inducida.

Estamos ligados a la esperanza para no estropear el momento, especulando con las desilusiones. Si Obama es bueno o malo, si tiene el alma negra o el alma blanca es un interrogante. Lo que sí tiene es un grandioso asiento donde posar sus ambiciones.

La población de los Estados Unidos es solo el 5% de la población de la Tierra.

Ese porcentaje escaso no importa.

Porque un presidente norteamericano todavía sigue siendo- aún maltratado por las crisis y las guerras- el presidente tácito del mundo.

CHAVEZ PIDIÓ AL PUEBLO DESPOJARSE DE ILUSIONES RESPECTO A NUEVO GOBIERNO ESTADOUNIDENSE

Por Anaiz Perez

Prensa Presidencial Bolivariana

No obstante, el líder venezolano abogó porque el nuevo Presidente de Estados Unidos marque un cambio de verdad en las relaciones de Estados Unidos con los países del tercer mundo

(20.01.09) El jefe de Estado venezolano, Hugo Chávez Frías, pidió este martes al pueblo venezolano despojarse de ilusiones con respecto al nuevo mandato de Barack Obama, quien asume hoy como presidente número 44 de Estados Unidos con el conflicto de cumplir sus promesas electorales en medio de una crisis económica y las guerras en Iraq y Afganistán.

-Nadie se haga aquí ilusiones, insistió el mandatario nacional durante un acto político que encabezó en el estado Anzoátegui, en donde enfatizó que ninguna gestión contraria al proceso que impulsan gobiernos emergentes se verá empañada por pronunciamientos imperiales como los que ya ha realizado el nuevo Presidente de Estados Unidos, quien en días recientes señaló que -con respecto a Venezuela, Chávez es una fuerza que obstaculiza a Latinoamerica.

-Por nuestra parte nosotros seguiremos, independientemente de quien sea el Presidente de Estados Unidos; independientemente de la política exterior de este Gobierno. La Revolución Bolivariana seguirá avanzando, construyendo la independencia de Venezuela, la independencia, porque de eso se trata, subrayó el mandatario nacional.

El presidente Chávez, sin embargo, citó las recientes palabras de su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien manifestó sus deseos de que Obama -mire a la América Latina con una nueva mirada, con un nuevo enfoque de respeto a las democracias que marchan y avanzan en nuestras tierras.

-Desde aquí saludamos al pueblo de Estados Unidos de Norteamerica. Pueblo de Estados Unidos: te saludamos, expresó. Hizo eco de su alegría porque se va un Gobierno [el de George W. Bush], quien -llenó de terror y violencia al mundo.

-Adiós, señor Bush.

El Presidente rememoró que Bush sale de la Presidencia de los Estados Unidos -con uno de los, o si no, con el más bajo nivel de aceptación que Presidente alguno en Estados Unidos y en el mundo haya tenido desde que se hacen encuestas y mediciones de opinión.

-Es el señor Bush el presidente más repudiado en su propio país y en todo el mundo, y ojalá al llegar, el nuevo Presidente marque un cambio de verdad en las relaciones de Estados Unidos con los países del tercer mundo, refirió.

Tras ocho años de gobierno de Bush, Obama ahora tiene la tarea de cambiar la imagen de Estados Unidos ante el mundo, ponerle fin a la guerra en Iraq y enfrentar la crisis financiera, problemas heredados pero que marcarán su gestión.

Respecto a este escenario, el jefe de Estado venezolano fue enfático al señalar que en Venezuela continuará -la batalla contra la burquesía, y la lucha contra el imperio que pretende dominarnos de nuevo.

AP/

SAN OBAMA A VECES ES NECESARIO QUE ALGO CAMBIE PARA QUE TODO SIGA IGUAL

Por Jorge Degli Innocenti

Parece que el Norte de América hoy están de Fiesta. Quisiera compartir la alegría de quienes se manifestaran hoy en las calles de su capital, por lo menos en un punto, se terminó la era Bush.

Tema que en nuestra cocoliche sociedad política educada y no guaranga, es visto como otra de las maravillas de la democracia americana, que con sus primarias, bipartidismo, fenomenales despliegues de coberturas mediáticas, hacen ver como 4 o al o sumo 5000 personas en un estadio lleno de globitos, estrellas y cartelitos, se presentan los candidatos, siempre rodeados de especies humanas diversas, fundamentalmente las exóticas o en todo caso incluyendo en estas a los autóctonos, pues como bien sabemos toda América se nutrió de la Inmigración a costa de los naturales.

Sin abundar diría que todo esto es lo vemos, escuchamos y leemos, pues todo lo que pasa en la Madre Patria es importante para nosotros.

Dije que quisiera compartir aunque sea esa única alegría con los yanqui's, (será en este momento correcto llamarlos así, a esa multitud multiracial que hoy se juntará en los solemnes festejos), de la partida de Bush.

Aunque en lo íntimo lo voy a extrañar, pues el SI representa al enemigo Yanqui que siempre luchamos y combatimos, el que con sus medidas , sus guerras, es Los EEUU.

Pero mis temores se llaman Barak Husseim Obama, pues pese a venir precedido por algunos datos interesantes sobre sus preocupaciones sociales, su open main, su origen étnico diverso, su pluralidad de ideas y su transvesalidad propuesta de juntar a los mejores sean democratas, republicanos, ó independientes y su respeto a las minorias de toda clase.

Giuseppe Tomasi di Lampedusa, decía en su única novela -A veces es necesario que algo cambie para que todo siga igual..

Y aca es donde desde hace un tiempo, esta frase me despierta la desconfianza, realmente este Presidente será el cambio.

Estoy convencido que para los vecinos del Norte seguramente, pero para nosotros el resto de la América, esto será bueno?, o aunque sea simplemente inocuo.

Y de esto estoy convencido que NO, desearía no ser tan escéptico pero, tendré que ver para creer.

Siempre y lo demuestra la Historia, para estar bien el Norte, el Sur no la pasó bien.

Nadie que llega de una nacionalidad adquirida por casualidad, que se crió en unas islas, hijo de un matrimonio multiracial, con preocupaciones sociales, de tez morena, pues técnicamente si cabe el termino no podría se definido como un afroamericano de tiempo completo, estudie eh Harvard, presida su principal revista de leyes, y sea candidato a senador y logre, o sea se convierta como dicen los de allá en un padre de la patria, etc. etc. y hoy cumpliendo el American Dream, llegue desde lo mas bajo de la sociedad a la Presidencia de los EEUU, no sé, algo podría oler a podrido en Dinamarca.

Si nos formamos políticamente y la historia se encargó siempre de reafirmarnos lo cierto que resulta, que Gobierne quien Gobierne en el imperio, nosotros nos jodemos de una u otra forma.

O a caso nos fue mejor con los Kennedy, los Carter, o con Clinton, no muchachos, estos tardan en mandar marines, pero nos dominan con los diplomáticos y economistas que con una sonrisa nos acuestan. O Clinton al igual que Bush padre no respaldó las políticas de los Noventa igual.

Los cipayos locales, prensa, lobbys e incluso políticos, compañeros o nó, compraron al igual que hoy la oferta, y nos sentíamos parte de ese mundo VIP, obviamente con las excepcionéis notables que las hubo, y una mayoría silenciada, aplastada pero resistente, por los medios que hacía parecer que todos estaban de acuerdo al a brújula que apuntaba al Norte.

No creo que Barack Husseim, (será primo del cuco de Iraq), sea alguien que se les escapó del sistema, creo, salvo pruebas en contrario, es un claro ejemplo de Gatopardismo, si tuviese un comportamiento distinto el Stablishment lo hubiera condenado.

Creo honestamente que Mc Cain y su vice presidente erán claramente la cara del enemigo tradicional que conocemos, un cowboy de ley, y no presentaba fisuras, seguiríamos teniendo al enemigo claramente identificado.

Bueno basta de reflexiones, quizás me esté equivocando, y a partir de mañana, como dice Cortez, comenzaré a vivir la mitad de mi vida, con los EEUU, preocupados por los países emergentes, con sus ejércitos tras sus fronteras, abierto a las economías en desarrollo del mundo, con sus empresas y sus lobbys trabajando para una mejor calidad de vida para todos, fomentando la verdadera integración de los habitantes de su Nación, sumándose al esfuerzo de las nuestras por salir de las crisis, convirtiendo el sueño de una América unida, con un capitalismo de fuerte contenido social, donde las campaña al exterior se vinculen a la lucha contra el hambre, reduciendo los capitales que se invirtieran en la industria bélica, y tanta otras cosas mas que soñamos desde este lejano Sur de América.

Si alguna de estas cosa empieza a suceder, empezaré a pensar en que es hora de pensar en dar algún crédito, y quizás esboce una sonrisa y hasta me alegre un tanto, si sucediera el Cambio, pero el que nos contenga a todos, orgulloso reconoceré mi falta de Fe y mis errores de interpretacion.

Mientras tanto, seguiré creyendo que Cristina, hoy está bien que esté en Cuba, al final de cuentas, con todos los quilombos, errores y aciertos, Fidel Castro, vio pasar a mas de 8 presientes e los eeuu, y el y la realdiad de la isla siguen incólumes.

Y esto me lo dijo un viejo cubano del exilio, ya con admiración a su viejo adversario.

Ya habrá tiempo de estar con el primo de Husseim, pues si de nosotros necesitan algo, lo vendrán a buscar, esta vez con pocos marinos, con una sonrisa y una palmada,y nos tendrá siempre de la vereda de enfrente, pero si es el cambio es en serio para integrarnos, constituir una gran nacion americana, justa, libre, y unida, será una obligación estar allí.

Mientras tanto, sigamos batiendo nuestro propio tambor, no compremos pescados de colores, seamos excepticos, asta que nos demuestren lo contrario, ya que mas temprano que tarde llegará la Hora de los Pueblos.

JDI/

POR DEBAJO Y POR ENCIMA DE OBAMA ESTÁ EL IMPERIO.

Por Benjamín Forcano. (*)

España.

La estela imperialista de Estados Unidos es larga, pero para quien quiera entenderla un poco no tiene sino seguirla desde los años 90 hasta hoy.

Fue en el año 91 cuando se produjo la brutal caída de la Unión Soviética y el mundo dejó de ser bipolar.

Al mundo le rebrotó una gran esperanza.

Parecía iba a cumplirse lo establecido por la ONU en 1945: -Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Con razón, hay autores que llegan a decir que -Los derechos humanos definen el horizonte de nuestra historia.

Y sobre la igualdad entre estados y pueblos cabría decir lo mismo, pues un país pequeño, Nicaragua por ejemplo, tiene la misma soberanía que Estados Unidos.

Pero, a la orilla de la caída, estaba al acecho la oligarquía del capital financiero, que enseguida apostó por no contar con las organizaciones multilaterales existentes, incluida la ONU y apostar por la fuerza militar del poderío estadounidense.

En el mercado mundial optaron por la mano invisible que controlaban a perfección, despreciando toda norma que intentara dar sentido humano a la economía.

Apenas pasaron unos meses y las esperanzas de un acuerdo universal entre los Estados y de un Derecho universal en lugar de la violencia del más fuerte, se vinieron abajo: imperio norteamericano contra democracia planetaria.

Dicha oligarquía, ya antes del 90, había transformado el Estado en factor para la realización de los intereses privados. Lo que se pensó que era un estado nacional se convirtió en imperio: fuerzas armadas, sistemas de escucha internacional, aparatos de espionaje e información, puro instrumento de expansión y protección del capital financiero.

En el 96, Jesé Helms -presidente de la comisión de asuntos exteriores del Senado- dijo: -Estados Unidos deben dirigir el mundo portando la antorcha moral, política y militar del derecho y de la fuerza.

Thomas Friedman -consejero en la administración de Clinton- era más explícito: -Para que la mundialización funcione, Estados Unidos no debe tener miedo a actuar como la invencible potencia que es en realidad.

Quedaba así reafirmado el dogma ultraliberal: voluntad absoluta de imponer y dominar sin idea alguna de solidaridad internacional.

Estados Unidos se consideraba por encima de toda ley, sujeto únicamente a sus propias instancias y podía permitirse no ratificar la Convención que prohibía las minas antipersona, rechazar el principio de una Justicia Internacional y desechar el Tribunal Penal Internacional, que establecía por primera vez que cualquier político o militar responsable debía rendir cuentas por la violación del Derecho.

Gobiernos aliados o amigos gozarían, ante la trasgresión de leyes internacionales, del consentimiento –tácito o explícito- de Washington. Hubo oposición también a que los países pobres pudieran acceder a los medicamentos del sida y al reconocimiento, entre los derechos humanos, de los derechos económicos, sociales y culturales: -Para un analfabeto, escribe Jean Ziegler, la libertad de expresión no tiene sentido.

Todos los derechos son interdependientes y deben ser reconocidos, pero para el imperio los derechos económicos, sociales y culturales no pueden existir como bienes públicos.

Son millones los pobres que viven en extrema pobreza. Pero, eso no es competencia del mercado.

George Bush -enero de 2001- entra en escena política como guardián de los intereses planetarios de los oligarcas.

Personajes bien conocidos en la política estadounidense han afirmado categóricamente: - La administración Bush sólo se entiende desde el poder del petróleo y de las industrias del armamento.

Los principales dirigentes de su gabinete proceden de los medios petroleros tejanos: Jeff Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Condolezza Rice, etc.

Su prepotencia les ha llevado a suprimir el control de los paraísos fiscales, a los que les es esencial la evasión fiscal y el blanqueo de dinero, así como a rechazar en el año 2001 -frente a 143 estados signatarios- cualquier normativa o protocolo que pretendiera controlar instalaciones para producir armas biológicas, lo que no les ha impedido erigirse en acusadores de otros estados que intentaban hacer lo mismo.

Si no se cumple con este deber, ¿cómo puede impedir que Irán haga lo mismo?

Unilateralmente, en el 2001, el presidente Bush anuló el protocolo de Kyoto que, en diciembre del 2001, habían ratificado ya 84 Estados.

También anuló el tratado para el control de los misiles balísticos internacionales.

Cuando en noviembre del 2001, se libró la batalla del Kunduz, Donald Rumsfeld, contra la Convención de Ginebra, se negó en dos ocasiones a aceptar la rendición que los combatientes talibanes ofrecieron. Rumsfeld exigió que fueran pasados por las armas.

Sin que a nadie se le ocurra excusar el fanatismo y la responsabilidad de la yihad en el atentado de las torres del Wold Trade Center, hay que reconocer que el integrismo de la índole que sea se nutre de la exclusión y de la miseria.

-La lucha contra el terrorismo es también y de forma necesaria una lucha contra la pobreza extrema, contra la denegación de la justicia y contra el hambre (Jean Ziegler).

La política de Bush avanzó en la dirección señalada por sus asesores: -El libre intercambio promueve los valores de la libertad.

La campaña mundial antiterrorista -o a favor de la privatización del mundo o contra nosotros, aseguró el ascenso imparable de los gastos militares.

Los tres principales lobbistas de la sociedad armamentística Carlyle Group son: el padre de George Bush, James Baker (ex secretario de Estado), y Frank Karlucci (antiguo secretario de Defensa).

No hace falta ni reseñar lo ocurrido con la guerra del Irak, Guantánamo, y, últimamente, con el apoyo a Israel en la invasión de Gaza, etc.

La pestilencia de esta política se pretende, a veces, legal, pero llega hasta lo más alto.

Y si alguna novedad tiene el imperio norteamericano es que sus guerras de agresión las pagan sus aliados y víctimas.

Paúl Kennedy, ante las gigantescas inversiones financieras militares, ha dicho con toda razón que -Estados Unidos tienen firmemente atrapado al planeta entre sus garras.

Para impedir la extensión de un pensamiento crítico ha sido férreamente operativa la censura impuesta por el mando militar que intentaba ocultar los millares de víctimas destrozadas por las bombas en Afganistán y en otras partes.

Encubridoramente, la prensa de gran tiraje no ha publicado apenas nada sobre estas masacres o bombardeos.

Y, lo más extraño, el mundo ha aceptado como terroristas a los que Bush ha designado como tales.

Y esos tales son todos aquellos que se oponen a organizar el mundo como a ellos les conviene.

Al concluir esta lectura, es posible que el lector se haga estas o parecidas preguntas:

-Obama, estadounidense, que vive en ese imperio, es proclamado presidente este 20 de enero.

¿No servirá la faraónica ceremonia para distraerle de la faz siniestra de ese imperio y hacerle gustar sus grandezas patrióticas y así entrar en la trampa de la oligarquía financiera y militar?

-Sin poner en cuestión sus sueños y propósitos de cambio, ¿Podrá Obama, tal como ha prometido, dar un giro a su política internacional desde la letra y el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas? ¿Con qué poderes, recursos y apoyo social cuenta?

-¿El peso preponderantemente pernicioso del imperio norteamericano es de ahora y, por lo mismo, de fácil neutralización o lo es de una larga praxis histórica, que imprime carácter no solo en los políticos sino en grandes sectores de la población?

No obstante, los sueños hay que mantenerlos pese a lo adverso de la realidad, porque -es luchando por lo imposible como se llega a lo posible.

BF/

(*). Benjamín Forcano es sacerdote y teólogo de la Iglesia Católica Romana.

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