Virtudes Prusianas

VIRTUDES PRUSIANAS (Brandenburgo-Prusia, Alemania):
Perfecta organización * Sacrificio * Imperio de la ley * Obediencia a la autoridad * Militarismo * Fiabilidad * Tolerancia religiosa * Sobriedad * Frugalidad * Pragmatismo * Puntualidad * Modestia * Diligencia

viernes, 23 de enero de 2009

El Papa Ratzinger rehabilita a un lefebvrista que niega las cámaras de gas

• Ratzinger levanta la excomunión a Richard Williamson y a otros 3 obispos cismáticos

• La decisión puede complicar aún más el anunciado viaje del Pontífice a Israel

EL PERIÓDICO
ROMA
El Papa Benedicto XVI acaba de dar uno de los últimos pasos para rehabilitar a la ultraconservadora Fraternidad de San Pío X, una sociedad fundada por el cismático arzobispo Marcel Lefebvre que es contraria al reformismo del Concilio Vaticano II, celebra las misas en latín y niega la validez de cualquier religión distinta a la católica. Según publicó ayer el diario italiano Il Giornale, el Pontífice ha firmado el decreto que revoca una decisión de su antecesor, Juan Pablo II, quien en 1988, tras más de una década de enormes disensiones, excomulgó a Lefebvre, a su mano derecha, Ant“nio de Castro Mayor, y a los cuatro obispos consagrados por el arzobispo que llegó a decir que durante el Concilio Vaticano II la silla de Pedro y la autoridad de Roma estaban ocupadas "por anticristos".
Los dos primeros ya han fallecido, pero no Bernard Fellay, Tissier de Mallerais, el español Alfonso de Gallareta y Richard Williamson, y en la decisión del tradicionalista Joseph Ratzinger de devolverlos al redil y zanjar el tercer cisma de la Iglesia católica en el siglo XX --tras los de las iglesias nacional checa, en 1920, y china, en 1950-- parecen haber pesado poco o nada las explosivas, xenófobas y antisemitas declaraciones de los prelados, en especial del último, quien ha dejado dicho cosas como esta: "La vida, tal y como la conocemos, está llegando a su fin. Quizá ha llegado la hora del martirio. Quizá nuestra sangre sea necesaria para limpiar la Iglesia católica".
Hace solo un par de días, la televisión sueca emitió una entrevista con Williamson en la que este, midiendo mucho sus palabras, lleva a cabo una suerte de manual del perfecto negacionista. "Creo que no existieron las cámaras de gas --dijo el obispo lefebvrista--. Entre 200.000 y 300.000 judíos murieron en los campos de concentración, pero ni uno solo dentro de las cámaras de gas". Las cifras más contrastadas sobre la magnitud del genocidio nazi hablan de seis millones de judíos asesinados. Cuando el entrevistador le dice que sus palabras son antisemitas, Williamson contesta: "Si el antisemitismo es malo, es porque va en contra de la verdad. Cuando algo es verdadero, no es malo. Yo no estoy interesado en la palabra antisemitismo".

VISITA EMPAÑADA
Nadie en la Fraternidad de San Pío X ha desautorizado las palabras del obispo, pero aunque alguien lo hubiera hecho, estas vendrían a complicar aún más el anunciado viaje de Benedicto XVI a Israel, previsto para el próximo 11 de mayo y ya empañado por la decisión del Papa de beatificar a Pío XII --acusado de no hacer nada para detener el Holocausto-- y la recuperación del tradicional rezo de Viernes Santo, en el que se llama a la salvación de los judíos. La oración, aunque modificada, volvió después de que Ratzinger, a mediados del 2007, permitiese la celebración de las misas al estilo preconciliar, como les gusta a los lefebvristas: en latín.
Fue ese un gesto de acercamiento hacia los cismáticos, pero no el primero. Juan Pablo II ya había iniciado el camino, y el proceso se aceleró con su sucesor, quien hace tres años y medio, en su residencia veraniega, se reunió con el ahora rehabilitado Bernard Fellay, cabeza de una comunidad que cuenta con 450 sacerdotes en 59 países, dos centenares de monjas, seis seminarios y 260 capillas, según sus propias cifras. El decreto por el que se anulan las excomuniones de los cuatro obispos se publicará en los próximos días, y ahora, para la total reinserción de los ultraconservadores en el rebaño de la Iglesia, solo faltaría dar un estatus jurídico a su organización: una prelatura personal, se especula, que permitiría a los lefebvristas responder solo ante su líder, nunca ante el obispo local. Como el Opus Dei.

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