Aparece la cifra de los seis
millones de judíos
Período entre
guerras
No sólo la fantasía de
los jabones hechos de cadáveres surgió antes de la Segunda Guerra
Mundial y del supuesto Holocausto, también apareció entonces la cifra mítica
de los seis millones de judíos.
El 31 de octubre de 1919
el ex-gobernador del Estado de Nueva York Martin
H. Glynn publicó un artículo titulado ¡La crucifixión de los judíos debe
detenerse! (The Crucifixion of Jews Must Stop!) en el
periódico The American Hebrew (El hebreo americano) donde aparecía
ya la cifra de los seis millones de judíos y describió las condiciones de los
judíos en Europa como un "Holocausto"potencial.[3][4]:
Al
otro lado del Atlántico seis millones de hombres y mujeres reclaman
nuestra ayuda...seis millones de seres humanos... están muriendo. En el
posible Holocausto de la vida,seis millones de famélicos...
(etc.).
Esta cifra es de cierta
importancia en el misticismo judío ya que está basado en fuentescabalísticas[5], así
como en el Talmud, lo cual
indica que dicha cifra se intentó imponer desde entonces de modo que el mundo
viera necesario el establecimiento de un Estado judío soberano,
sin embargo, la propaganda fracasó.
El 20 de mayo de 1920,
el Congreso Judío
Americano escribía:
Fondo para víctimas
judías de la guerra en Europa Central, donde seis millones enfrentan
horrorosas condiciones de hambre, enfermedad y muerte.
Incluso artículos
del New York Times anteriores a 1927 ya hablan también de conceptos tales
como "seis millones de judíos" y "holocausto"[6]
Segunda Guerra Mundial
La cifra de los seis
millones persiste
El 9 de mayo de 1942, Nahum
Goldmann quien fuese posteriormente presidente del Congreso Mundial
Judío, estimaba con mucha anticipación que de los ocho millones
supuestamente al alcance de Hitler, sólo dos o tres millones sobrevivirían a la
guerra (aún si ésta durara seis años o muchos más), lo que haría un total de
cinco o seis millones de judíos muertos, pero según los datos aportados por la
historia oficial habrían sobrevivido cinco millones, lo que indica que la cifra
de los seis millones, previamente concebida, sólo se estaba ajustando a
cualquier dato posterior que fuese presentado. Después de la guerra todas las
estadísticas demográficas fueron adulteradas con el pretexto de ajustarlas para
no contradecir las cifras oficiales de fallecidos.
En su edición de febrero
de 1943, el Reader's
Digest ya mencionaba el número de seis millones como el total de las
víctimas judías. Esta mención se le debe a un guionista judío de Hollywood llamado Ben
Hecht.
En 1944 el Rabino Michael
Dov Weissmandel escribió varias cartas pidiendo ayuda para salvar a los
judíos en Europa. Nótese nuevamente que ya desde entonces se cita el número de
las víctimas, mucho antes de que terminara el conflicto, y por lo tanto, antes
de realizar los Juicios de
Nüremberg, antes de que se hicieran públicas las estadísticas demográficas
del régimen nacionalsocialista y antes de las primeras menciones públicas sobre
las cámaras de gas.[7]
¿Cómo mantenéis silencio frente
a este gran crimen... mientras miles de miles, alcanzando ahora los seis
millones de judíos han sido asesinados?
Rabino Michael Dov
Weismandel, Carta del 15 de mayo de 1944.
Hasta la
fecha, seis veces un millón de judíos de Europa y de Rusia han sido
aniquilados
Rabino Michael Dov
Weissmandel, Carta al Vaticano del 31 de mayo de 1944.
Luego, en diciembre de
1944, el propagandista judío soviético Ilya Ehrenburg incorpora
la cifra de los seis millones a la propaganda soviética, conociendo así la cifra
de las supuestas víctimas antes de la liberación de Auschwitz[8].
La mejor distracción es
la propaganda de atrocidades contra el enemigo
Por otra parte, este tipo
de tácticas acusatorias sobre atrocidades fue ampliamente utilizada también por
los Aliados durante
la Segunda Guerra
Mundial en forma extensiva y una parte de la evidencia de este hecho se
observa en la siguiente nota del 29 de febrero de 1944, que el Ministerio
Británico de Información envió al más alto clero británico y a la
BBC:
Señor,
Dirigido por el
Ministerio, le envió a Ud. la siguiente carta circular:
Es a menudo el deber de
los buenos ciudadanos y de los cristianos píos cerrar los ojos frente a las
peculiaridades de aquéllos que se asociaron con nosotros. Pero llegará el tiempo
en el cual tales peculiaridades, que aún se niegan en público, deberán tenerse
en cuenta cuando llamemos a la acción.
Nosotros conocemos los
métodos de gobierno empleados por el dictador bolchevique en la misma Rusia
mediante, por ejemplo, los escritos y discursos del Primer Ministro durante los
últimos veinte años. Sabemos cómo se comportó el Ejército Rojo en Polonia en
1920 y sólo recientemente, en Finlandia, Estonia, Letonia, Galicia y
Besarabia.
Por consiguiente,
ciertamente debemos tener en cuenta cómo se comportará el Ejército Rojo cuando
desborde Europa Central. A menos de que se tomen precauciones, los horrores
inevitables que obviamente sucederán, generarán una tensión indebida en la
opinión pública de este país.
No podemos reformar a los
bolcheviques pero podemos hacer nuestro mejor esfuerzo para salvarlos - así como
a nosotros - de las consecuencias de sus actos. Los descubrimientos del pasado
cuarto de siglo generarán meras negaciones poco convincentes. La única
alternativa a la negación es distraer la atención pública del asunto
entero.
La experiencia ha
demostrado que la mejor distracción es la propaganda de atrocidad dirigida
contra el enemigo. Desgraciadamente el público ya no es tan susceptible como
en los días de "la Fábrica de Cadáveres", "los Bebés Belgas Mutilados", y "los
Canadienses Crucificados".
Por consiguiente se busca
seriamente su cooperación para distraer la atención pública de lo realizado por
el Ejército Rojo mediante su apoyo sincero en varios cargos contra los alemanes
y japoneses que han sido y serán puestos en circulación por el Ministerio. El
expresar sus creencias en cosas así puede convencer a otros.
Soy, Señor, Su obediente
sirviente,
H. Hewet, Secretario
Asistente,
P.S: El Ministerio no
puede entrar en correspondencia de cualquier clase con respecto a la presente
comunicación, la cuál sólo debe revelarse a personas responsables.[9]
Según los documentos de
los archivos del departamento inglés responsable de la guerra psicológica, el
Political Warfare Executive (PWE), en agosto de 1942 llegaron rumores por
canales judíos de que los alemanes los estaban matando por
millones.
El Foreign Office
enseguida se daría cuenta de que se trataba de una mentira, no obstante, el PWE
decidió emplear esta historia como base contra los alemanes. Se arrojó sobre
Alemania millones de papeles hablando de las ejecuciones en cámaras de gas. Fue
una mentira de la que empezaron a oir el eco a los pocos meses. En agosto de
1943 los primeros ministros de Checoslovaquia y Polonia, entonces
en el exilio de Inglaterra, pidieron a Churchill y a Roosevelt difundir la
acusación de que Alemania estaba exterminando a millones de judíos y polacos en
cámaras de gas en el Este de Polonia.
Posteriormente, el jefe
de la propaganda inglesa envió un mensaje a Winston Churchill en
el que desaconsejaba firmar la acusación contra Alemania sobre un genocidio de
judíos:
He
descubierto que se trata de una mentira que puede poner en peligro a nuestra
propaganda.
Declarando pocos meses
después:
No
sé cuánto tiempo más podremos mantener que los alemanes están matando judíos en cámaras de gas. Es
una mentira grotesca, como la de que los alemanes en la I Guerra
Mundial fabricaban mantequilla con los cadáveres de sus enemigos, y aquello
hizo perder la credibilidad a nuestra propaganda.
Al acabar el conflicto
Churchill escribiría 6 volúmenes sobre todos los detalles de la Segunda Guerra
Mundial. En esas 4.448 páginas, no hace mención alguna a las supuestas "cámaras
de gas" o un genocidio de los judíos. Dos mentiras que de llegar a descubrirse
podrían desacreditar completamente su trabajo literario[10].
Análisis
químicos
En 1993, el químico
alemán Germar
Rudolf publicó un estudio conocido como el Informe Rudolf, que
determinó la imposibilidad química y física de que las cámaras de gas de Auschwitz fueran usadas para
el exterminio en masa de la forma en que fue declarada por los testigos. Este
análisis confirmaba otros estudios anteriores como el de Fred Leuchter de 1988 (Informe Leuchter), que
fue desestimado por la falta de licencias y algunos errores en el método. El
Informe Rudolf no pretende determinar por sí solo si ocurrió o no el Holocausto,
sino que es un estudio que se enfoca en responder a la pregunta de si es posible
realizar el gaseamiento en masa de la forma en que lo describen los testigos,
con las cantidades de gas y métodos descritos por ellos, y acaba desacreditando
científicamente sus testimonios, que son la piedra angular de la historia
oficial del Holocausto. Hasta la fecha, este trabajo no ha podido ser refutado
científicamente, al contrario, ha sido elogiado por historiadores, químicos y
expertos de todo el mundo. No obstante, por escribir este informe, a su autor se
le negó el doctorado y enfrentó una pena de prisión por el cargo de "difamación
de la memoria de los muertos".
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